El líder perfecto no existe

Los Básicos Celulares

Por Joel Comiskey, 2017

Cuando miras a tu grupo celular actual y te preguntas, "¿Cuál de estas personas podría dirigir el siguiente grupo?", La respuesta correcta es "¡Todos pueden!" Claro, algunas personas están más listas ahora. Algunas personas necesitan equiparse o entrenarse. Pero no hay ninguna característica clave que usted deba buscar. La gente tranquila puede dirigir con la misma eficacia que las personas exuberantes y salientes. Las personas con el don del servicio pueden dirigir a un grupo creciente al igual que las personas con el don de la enseñanza o el evangelismo.

Jim Egli y yo hemos estado estudiando esta pregunta por muchos años. Ambos hemos descubierto en los estudios estadísticos separados que las características particulares no importan. De hecho, cada vez que creamos un nuevo cuestionario de investigación pedimos a los líderes de grupos pequeños que respondan preguntas básicas sobre sí mismos. ¿Qué edad tienen? ¿Cuánto tiempo han estado siguiendo a Jesús? ¿Están casados o solteros? ¿Tienen una personalidad tranquila o saliente? ¿Cuál es su don espiritual primario? Comparamos líderes de diferentes edades, niveles educativos variables, hombres y mujeres, casados y solteros.

Encontramos que ninguna de esas cosas hace una diferencia significativa. Descubrimos que los líderes efectivos de grupos pequeños no tienen un cierto tipo de personalidad, un don específico o una posición específica en la vida. Cualquiera tiene el potencial de convertirse en un gran líder de grupo pequeño. Para ser honesto, probablemente deberíamos dejar de hacer estas preguntas porque cada vez que observamos las respuestas de las personas y las comparamos con el crecimiento de sus grupos, obtenemos los mismos resultados de nuestros estudios estadísticos.

No hay un líder perfecto. El líder perfecto es la persona que depende de Jesús y de otros para hacer el trabajo. Lo que importa son varias conductas clave que se relacionan con amar a Dios y amar a los demás. ¿Qué personas de su grupo actual pueden obedecer los dos mandamientos más grandes, amar a Dios con todo tu corazón y ama a tu prójimo como a tí mismos (Marcos 12: 28-31)? ¡Todos pueden! Y esto significa que todos ellos tienen el potencial de dirigir un próspero pequeño grupo.

La participación es la clave del crecimiento. A medida que los miembros participan se convierten en ministros de Jesucristo. Aprenden a amarse unos a otros, a usar sus dones y a evangelizar. Se dan cuenta de que está bien fallar, siempre y cuando aprendan de sus errores y sigan intentándolo. Jesús los moldea a medida que ministran, y se convierten en discípulos en el proceso.

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