La Desaparición de la Iglesia en la Casa

Liderazgo Pastoral

Por Joel Comiskey

2014

Lo siguiente viene del libro Dos Mil Años de Grupos Pequeños.

El 28 de octubre del año 312, Constantino se enfrentó a Majencio, que entonces estaba en control de Roma. Constantino estaba convencido que necesitaba una ayuda más poderosa de la que sus fuerzas militares podrían proporcionar, sobre todo porque los soldados en el ejército de Majencio superaban su propio ejército cuatro a uno. Buscó ayuda divina, pero tuvo problemas para elegir qué dios entre la amplia variedad de dioses griegos y romanos.

Vino a su mente que, de los muchos emperadores que le habían precedido, los que habían puesto su esperanza en una multitud de dioses y servido con sacrificios y ofrendas, estos fueron engañados por las halagadoras predicciones y oráculos que no se cumplieron.

Mientras reflexionaba sobre este dilema, un signo extraordinario se le apareció desde el cielo. Constantino informó haber visto una cruz de luz, con la inscripción: “Por este símbolo vencerás”. Fue golpeado con asombro por lo que vio, y mientras reflexionaba sobre esto, llegó la noche. En su sueño, se le apareció Cristo con la misma cruz y le mandó reproducir este símbolo como una salvaguardia para ser usado en todos los combates con sus enemigos.

Él fue sorprendido con esta visión y decidió adorar a ningún otro Dios que el que se le había aparecido. Mandó llamar a los seguidores de Jesús para que le explicaran el significado de esta visión. Le dijeron a Constantino que la cruz que había aparecido era la victoria de Cristo sobre la muerte. Le dijeron sobre el nacimiento y la encarnación de Cristo. Constantino sintió temor de Dios por la manifestación que había visto.

Al día siguiente, los dos ejércitos se enfrentaron, y Constantino ganó una victoria decisiva, a pesar que fue en gran medida superado en número. Este acontecimiento cambió la vida de Constantino. A partir de ese momento en adelante, él promovió el cristianismo como la única religión verdadera.

Mientras que los historiadores todavía debaten si él se dedicó al cristianismo con fines políticos o por una sincera convicción, sí sabemos que el fomento del cristianismo por parte de Constantino cambió el curso de la historia. Hizo de los sacerdotes sus asesores e invitó a los ministros de Dios a pasar tiempo con él. Él les colmó de cada posible honor, tratándolos como dignatarios y les permitió a algunos cristianos que se le unieran en su mesa. Estos lo acompañaron en sus viajes, creyendo que el Dios al que servían les ayudaría en la batalla. Él entregó grandes cantidades de dinero de su propio tesoro para construir iglesias y para decorar sus santuarios.

La Legalización del Cristianismo

Hasta la llegada del poder de Constantino (312 d.C.), la iglesia cristiana enfrentó períodos de persecución ardiente. El primer caso documentado comenzó con Nerón (37-68 d.C.), quien inculpó a los cristianos del incendio del año 64 d.C. en Roma. Durante la mitad del siglo segundo, turbas a menudo apedreaban a los cristianos.

La primera persecución en todo el imperio tuvo lugar bajo Maximino el Tracio (173-238 d.C.), que tuvo como objetivo el clero. Bajo el reinado del emperador Decio (201-251 d.C.), se extendió una persecución de los cristianos laicos por todo el imperio. Todos tenían que ofrecer un sacrificio público al emperador como el único dios verdadero y luego recibir los certificados escritos de haberlo hecho. Decio entonces autorizó comisiones itinerantes para garantizar que sus decretos se llevaran a cabo. Aquellos que no obedecían se enfrentaban con el arresto, el encarcelamiento, la tortura, e incluso la ejecución.

Las persecuciones culminaron en lo que se conoce como la gran persecución en el tercer y cuarto siglo. Comenzaron con una serie de cuatro decretos que prohibían las prácticas cristianas y ordenaban el encarcelamiento del clero cristiano. La persecución se intensificó hasta que todos los cristianos en el imperio eran obligados a sacrificar a los dioses o enfrentar la ejecución inmediata. Más de veinte mil cristianos murieron durante el reinado de Decio (245-311 d.C.).

Pero entonces Constantino llegó al poder en el año 312 d.C. y legalizó el cristianismo. Constantino se comprometió a renunciar a la persecución y hacer del cristianismo la religión del estado. El viejo orden fue invertido repentinamente. El cristianismo se convirtió en la religión dominante favorecida. Se esperaba que los que no fueran cristianos se sometieran al salvador y al Estado. En una sociedad orientada al grupo, la norma era someterse, y la gente lo hizo.

Mientras que muchos se convertían verdaderamente, otros sólo se sometían y eran cristianos de nombre. Ellos decían que sí con la boca, pero no con el corazón. El historiador Joseph Lynch escribe:

La conversión del emperador Constantino fue un punto de inflexión en la historia del cristianismo. En una época la iglesia cristiana pasó de una posición de ilegalidad y feroz persecución a una posición de favor. El historiador de la Iglesia Eusebio de Cesarea (c. 260-339) había sido encarcelado durante la persecución de Diocleciano y había visto a amigos, incluyendo a su amado maestro, ser muerto. Sin embargo, en sus últimos años fue conocido personal y huésped ocasional del emperador Constantino. La iglesia pasó rápidamente de ser una asociación de personas desconocidas a tomar una posición central en la sociedad romana (nota 1).

Constantino esperaba que el cristianismo fuera una fuerza unificadora, por lo que premiaba a los que se unían a la iglesia y se aseguró que el Imperio Romano se volviera íntimamente involucrado con sus asuntos. Como resultado, la iglesia heredó grandes sumas de riqueza y tenía una posición privilegiada en la sociedad. Constantino construyó impresionantes iglesias en los lugares santos del cristianismo (nota 2) Los grandes edificios sagrados se volvieron más apreciados que las reuniones íntimas de compañerismo en las casas (nota 3) Constantino reconoció públicamente y recompensó a ciertos líderes que podían trazar su linaje hasta los apóstoles. La iglesia comenzó a apreciar este tipo de herencia más que los dones espirituales y la piedad. En las principales ciudades, los obispos comenzaron a crecer en poder. Su palabra era respetada y obedecida.

De lo Simple a lo Ritualista

Con el ascenso de Constantino, las iglesias en las casas ya no eran el lugar de reunión principal para los creyentes. Había poca interacción entre los sacerdotes y el pueblo, y la iglesia se fue haciendo progresivamente ritualista. La Eucaristía sustituyó el compartir individualmente, tan común en las primeras iglesias en las casas. Los primeros creyentes del Nuevo Testamento celebraban la Cena del Señor como una comida, pero por el siglo II ya se había convertido en un ritual. En lugar de ejercitar los dones espirituales en un ambiente propicio para el ministerio, la gente venía a la misa, realizaban rituales cristianos, y se retiraban sin la intimidad espiritual y emocional que una vez habían tenido con otros creyentes en las iglesias en las casas.

Cuando el cristianismo era una religión extranjera despreciada, sólo los verdaderos creyentes participaban en los asuntos de la iglesia. Ahora, todo el mundo abrazaba el cristianismo. Ejércitos enteros eran bautizados. La gente se convertía de las religiones paganas al cristianismo porque era lo que se aceptaba culturalmente. El mundo se volvió parte de la iglesia, y la iglesia se volvió parte del mundo. Antes en las humildes iglesias en las casas, se esperaba que todos se convirtieran en discípulos y que vivieran la fe cristiana. Con el ascenso de Constantino y la legalización del cristianismo, la iglesia se fue erosionando desde adentro hacia afuera (nota 4).

Grupos Pequeños entre el Clero

Aunque no hay constancia de que se establecieran estructuras de grupos pequeños para cuidar de las emergentes necesidades de las congregaciones en crecimiento, sí sabemos que había grupos pequeños entre el clero. Ambrosio, obispo de Milán (339-397 D.C.) vivió durante la época de Constantino, y él y sus colegas recurrieron a los grupos pequeños para llenar sus propias necesidades espirituales. Al parecer, varios padres de la iglesia, como Ambrosio, encontraron una enorme fortaleza en la interacción con comunidades pequeñas. San Agustín de Hipona, por ejemplo, fue significativamente influenciado por estos grupos pequeños bajo el control de Ambrosio. Estos grupos pequeños no se extendían a los laicos porque la participación laica no era fomentada en esa fecha. Como escribe Herbert T. Mayer, “Este fue el patrón común por muchos siglos: la verdadera fortaleza y vitalidad de la iglesia yacía en los grupos pequeños del clero que se reunían alrededor de una catedral y del obispo o en el grupo pequeño de monjes que se reunían en torno a un fuerte influyente líder” (nota 5).

Liderazgo Jerárquico

En las cartas del Nuevo Testamento, no existía jerarquía en el liderazgo. La palabra obispo, pastor y anciano son intercambiables y apuntan a la misma función. Un obispo / supervisor también era llamado pastor y un presbítero / anciano, ya que los tres términos en griego se refieren al mismo grupo de personas en Hechos 20:17, 28 y 1 Pedro 5: 1-5. Lo más probable es que estos títulos representaban a líderes de las iglesias en las casas o supervisores de diferentes iglesias en las casas. Al escribir acerca de estos roles de liderazgo, Gehring dice lo siguiente:

Todo parece indicar que eran supervisores de las iglesias que se reunían en sus casas, al igual que Estéfanas en Corinto; en otras palabras, eran líderes de iglesias en las casas individuales. Juntos como un grupo, tales supervisores podrían haber formado el equipo de liderazgo o consejo para toda la iglesia local en esa ciudad (nota 6).

Las iglesias en las casas eran el vivero para el liderazgo en la iglesia primitiva y los primeros obispos dirigían iglesias en las casas locales y también funcionaban en el papel de supervisores. Arthur G. Patzia escribe: “Los obispos fueron los supervisores de las iglesias en las casas locales y eran asistidos por un grupo de personas identificadas como diáconos” (nota 7). Pero todo cambió con Constantino. Él colocó sacerdotes del gobierno a sueldo y fomentó una visión jerárquica de liderazgo. La gente buscaba al clero y a santos especiales para obtener revelación y dirección.

Un Cambio Gradual

Aunque el cambio de liderazgo sencillo de las iglesias en las casas hacia la autoridad de inmenso alcance de los obispos culminó con el ascenso de Constantino, el cambio real fue muy gradual y casi imperceptible. Este cambio se inició en el siglo II, cuando la gente estaba pidiendo a gritos autoridad debido a las falsas religiones y cultos. Con la creciente herejía del gnosticismo y de numerosos cultos propagándose rápidamente, la gente buscaba una voz cristiana con autoridad. Los que parecían tener más autoridad eran los que podían demostrar que su linaje estaba directamente relacionado con el apóstol Pedro. Este vínculo les dio a ciertas personas una autoridad sin precedentes y credibilidad. Ireneo (130-202 d.C.) fue uno de los primeros padres de la Iglesia que promovió la sucesión de ciertos apóstoles. El historiador de la iglesia Kenneth Scott Latourette explica lo siguiente:

Él [Ireneo]. . . fue enfático al decir que los apóstoles habían designado como sucesores a los obispos a quienes habían encargado las iglesias. . . . Estos obispos habían sido seguidos por otros en línea ininterrumpida quienes también eran guardianes y garantes de la enseñanza apostólica. Él sugiere que él podría, si hubiera espacio, dar las listas de los obispos de todas las iglesias, pero señala a los de la Iglesia de Roma. . . (nota 8).

Debido que sólo unos pocos podían realmente rastrear su linaje hasta el apóstol Pedro, los que podían se volvieron responsables de grupos de creyentes más y más grandes (nota 9). Gérald Vallée escribe lo siguiente:

Poco a poco, el obispo se convirtió en el director de la congregación local y fue llamado “sacerdote”, mientras que los ancianos fueron vistos como para compartir el ministerio del obispo y de llevar a cabo la liturgia con una función de enseñanza / predicación; más tarde también fueron llamados sacerdotes. El obispo nombraba u ordenaba a los diáconos y ancianos por la imposición de las manos, lo que significa el otorgamiento de un poder espiritual en una sociedad jerárquica (nota 10).

Algunos padres de la iglesia primitiva, como Tertuliano (160-220 d.C.), se resistieron a la idea de dar autoridad especial a aquellos que podían demostrar su vinculación con los apóstoles del pasado. Tertuliano fomentó el sacerdocio de todos los creyentes y se opuso a la creciente tendencia hacia la autoridad jerárquica (nota 11). Sin embargo, su voz fue ahogada en cuanto el pueblo clamó por liderazgo

Por el siglo III, esta línea de sucesión, junto con los distintivos cargos de la iglesia, se había vuelto bastante desarrollada en la Iglesia. En las principales ciudades, los obispos crecieron en poder, evolucionando para ser patriarcas y papas. Su palabra se convirtió en la palabra de Dios. Ellos fueron los que establecieron la doctrina correcta y condenaron a los que no estaban de acuerdo. Ya para el cuarto siglo el celibato se convirtió en un requisito para los sacerdotes y obispos para demostrar dedicación a su tarea. La iglesia progresó y pasó de ser una reunión de la familia de Dios en los hogares a ser una religión institucionalizada. La Iglesia pasó de la simplicidad y creció en complejidad. Los autores de Home Cell Groups and House Churches (Grupos Celulares en los Hogares e Iglesias en las Casas) escriben lo siguiente:

Por generaciones después de los apóstoles, la iglesia continuó siendo el espontáneo testigo laico (pueblo de Dios) en las ciudades y a lo largo de las grandes rutas comerciales del imperio. Sin embargo, algunos cambios ideológicos estaban teniendo lugar, los cuales alteraban la teología del Nuevo Testamento de la iglesia. La pluralidad y la igualdad de liderazgo estaba dando paso a una disposición jerárquica con los obispos convirtiéndose en la figura central, seguidos de los presbíteros (que más tarde se convirtieron en sacerdotes) y diáconos. Luego se añadieron papeles como los de los exorcistas y acólitos. Parece que después de los apóstoles, los obispos, quienes fueron primero pastores, asumieron un papel de autoridad, así como de liderazgo. El obispo habría sido pastor de una iglesia en la casa; pero con el tiempo su congregación llegó a ser la más importante, y las otras congregaciones en las casas de una ciudad determinada serían entonces pastoreadas por presbíteros, bajo la autoridad del obispo. En una determinada ciudad, sobre todo en la iglesia occidental, sólo un pastor en una ciudad podría ser obispo (nota 12).

La Iglesia cambió, de la figura de un obispo como siervo-pastor que cuidaba de una iglesia en la casa o de grupos de iglesias en las casas, a un gobernante administrativo. La espontaneidad, que una vez estuvo tan presente en las iglesias en las casas locales, quedó bajo el estricto control de los obispos electos (nota 13).

Animando la Pasividad

Al pasar de los años la pasividad se convirtió en la norma. El historiador Richard Vallée escribe: “La diferencia entre el clero (obispos y sacerdotes) y los laicos fue muy enfatizada, puesto que se le daba una autoridad exclusiva al obispo (entiéndase sacerdote, profeta y maestro), y los laicos eran reducidos a un papel pasivo”. William Brown escribe sobre esta pasividad:

. . . la reversión a un sacerdocio o ministerio “oficial”. . . arrojó a los laicos principalmente hacia un papel de oidores de la ley y espectadores del misterioso cuadro de los sacrificios. Este papel pasivo en la adoración se convirtió una vez más en la experiencia normal del pueblo de Dios a medida que se desarrollaba la iglesia (nota 14).

La estructura externa de la iglesia reflejaba la geografía administrativa civil, a menudo utilizando la misma terminología para su organización (por ejemplo, diócesis, vicarios). (nota 15). El Ministerio se convirtió en el papel exclusivo y personal de ministros selectos y el resto quedó reducido con el papel de oyente.

Se esperaba que el cristiano común y corriente obedeciera. La Biblia fue retirada de las manos de la gente, y les fue dada a esos hombres sabios que la iban a estudiar y ofrecer sus juicios. Este sistema de reparto de la jerarquía mató la iniciativa laica. La innovación y la libertad personal fueron desmotivadas. Se motivó a la sumisión y obediencia. Mientras la jerarquía crecía en fuerza, se utilizaron métodos de tortura para prevenir a los laicos de exponer sus ideas bíblicas.

Cuando la estructura de la iglesia en la casa estaba funcionando correctamente, había libertad para que los laicos ministraran. El sacerdocio de todos los creyentes estaba en funcionamiento con toda fuerza y se satisfacían las necesidades de la iglesia. Sin embargo, mientras la historia de la Iglesia continuaba, los derechos de algunos titulares de cargos incluían usurpar los derechos de los ministros laicos comunes (nota 16). No obstante, muchos laicos estaban tan insatisfechos por las estructuras de la Iglesia y la jerarquía, que decidieron reformar la iglesia mediante la creación de una nueva estructura propia, como veremos en el siguiente capítulo.

Lecciones Aprendidas

  • A principios del siglo II, hubo una tendencia gradual, la cual floreció a su máxima expresión bajo Constantino. El cambio en dirección a poner autoridad en manos de pocos fue un cambio gradual y lento.
  • Constantino creó la primera iglesia-estado que honró a los que podían rastrear su linaje hasta Pedro. Durante la época de Constantino los rituales religiosos, símbolos y catedrales adornadas eran comunes.
  • El punto de vista jerárquico de la iglesia separaba el trabajo de los clérigos de los laicos, lo cual trajo como resultado la pasividad entre los laicos.
  • La historia de la iglesia primitiva muestra una tendencia a eliminar el ministerio que sostenían laicos ordinarios y colocarlo en manos de unos pocos— lo cual terminó impidiendo el desarrollo del sacerdocio de todos los creyentes y el libre fluir de los dones del Espíritu.

Notas

  1. Joseph Lynch, The Medieval Church: A Brief History (La Iglesia Medieval: Una Historia Breve (Grupo London: Longman UK Limited, 1992), p. 10.
  2. Ibid., p. 16.
  3. Jim y Carol Plueddemann, Pilgrims in Progress (Peregrinos en Progreso)(Wheaton, IL: Editorial Harold Shaw, 1990), p. 4.
  4. Herbert T. Mayer, “Pastoral Roles and Mission Goals,” (“Roles Pastorales y Metas Misioneras”) Currents in Theology and Missions (Corrientes en la Teología y las Misiones), Vol. 3 (Chicago, IL: Lutheran School of Theology (Escuela Luterana de Teología), 1976), p. 298.
  5. Gehring, p. 206.
  6. Patzia, p. 171.
  7. Kenneth Scott Latourette, A History of Christianity, Vols. 1 and 2 (Una Historia de Cristiandad) (Editorial New York: Harper & Row, 1975), p. 131.
  8. Osiek and Balch, p. 35.
  9. George Huntston Williams, Frank Forrester Church, Timothy Francis George, Continuity and Discontinuity in Church History: Essays Presented to George Huntston Williams on the Occasion of His 65th Birthday (Continuidad y discontinuidad en la Historia de la Iglesia: Ensayo presentado por George Huntston Williams en ocasión de su Cumpleaños 65) (Boston, MA: Editorial Brill: 1979) pp. 59-60.
  10. Algunos de los materiales de apoyo utilizados en este capítulo derivan de las conferencias del Dr. Rosell, 1995, conferencista en la Universidad Internacional de Columbia. El curso de Rosell sobre la historia de la iglesia primitiva cubría el período desde el nacimiento de la iglesia hasta Lutero y La Reforma.
  11. C. Kirk Hadaway, Francis M. DuBose, Stuart A. Wright, Home Cell Groups and House Churches (Grupos Celulares en los Hogares e Iglesias en las Casas) (Nashville, Editorial TN: Broadman, 1987), pp. 69-70.
  12. Garth Rosell, Birth of the Church to the Reformation (Nacimiento de la Iglesia a la Reforma), Series de nivel de graduado de 24 grabaciones y anotaciones (Columbia, South Carolina, Universidad Internacional de Columbia, 1995), grabación 5.
  13. Gérard Valleé, The Shaping of Christianity: The History and Literature of Its Formative Centuries ( La Configuración del Cristianismo: La Historia y Literatura de sus Centurias de Formación) (100-800) (Mahwah, New Jersey: Editorial Paulist, 1999), p. 132.
  14. William Brown, Growing the Church through Small Groups in the Australian Context,(Haciendo Crecer la Iglesia a través de los Grupos Pequeños en el Contexto Australiano),Disertación D.Min, (Pasadena, CA: Fuller Theological Seminary /Seminario Teológico Fuller/ , 1992) p. 37.
  15. Valleé, p. 132.
  16. Paul Johnson, A History of Christianity (Una Historia del Cristianismo) (New York: Editorial Atheneum, 1976), p. 81.