Extractos de Jóvenes en el Ministerio Celular

Liderazgo Pastoral

Por Joel Comiskey

Capítulo 2: Un Llamado Misionero

Mi esposa y yo fuimos misioneros durante once años en Quito, Ecuador. Así como Jesús vino a esta tierra, nuestro objetivo era llegar a una cultura que hablaba un idioma diferente y tenía costumbres y manierismos muy diferentes de los nuestros y ser buenas nuevas para ellos. Estudiamos mucho, fracasamos mucho y aprendimos a disfrutar el proceso. El ministerio juvenil se parece mucho a las misiones extranjeras. Aquellos que trabajan con jóvenes necesitan aprender otra cultura y relacionarse con unas personas que tienen diferentes esperanzas, aspiraciones y necesidades.

Blake Foster dirige el ministerio juvenil de la escuela secundaria en Antioch Community Church (Iglesia Comunitaria Antioquía) (ACC) en Waco, Texas. Se convirtió en un seguidor de Jesús cuando tenía veintiséis años cuando era estudiante de primer año en la Universidad de Baylor y fue discipulado en esta misma iglesia. Cuando se graduó de Baylor, se preparó para pagar sus préstamos e ir al campo misionero. De hecho, él y su esposa sentían un llamado a las misiones y estaban considerando ir al Medio Oriente para difundir el evangelio. El ministerio juvenil nunca estuvo en su mente hasta que el pastor de la universidad le preguntó si estaría dispuesto a considerarlo. Él y su esposa tomaron tiempo para orar y ayunar. Durante ese período de tiempo recibió una profecía acerca de caminar a través de la puerta abierta y sintió que Dios lo estaba llamando para decir que sí.

Hasta ese momento, Foster estaba acostumbrado a ministrar a adultos jóvenes, no a los jóvenes. Pero Dios le mostró que los jóvenes eran su nuevo campo misionero. Cuando entrevisté a Foster, la frase "misiones interculturales" surgió una y otra vez. "Veo a mis amigos en Instagram, y a veces me gustaría estar ministrando a los de mi grupo de edad", dijo Foster. "Sin embargo, Dios me ha llamado a mi nuevo campo misionero de jóvenes". Foster se dio cuenta que no podía ministrar eficazmente a la juventud sin entusiasmo. Para esto se requiere una inmersión total. "Tienes que estar involucrado de todo corazón y con el alma, no puedes hacerlo a medias, tienes que estar inquieto para permitir que Dios ensanche tu territorio y tu propio corazón, tienes que estar dispuesto a llorar con aquellos que lloran y a regocijarte con los que se regocijan".

Comprendiendo a la Juventud

Cada cultura definirá a la juventud un poco diferente. Los jóvenes en San Salvador, El Salvador enfrentan problemas únicos, como la guerra entre pandillas. Los jóvenes que crecen con la cultura de la alta tecnología del condado de Orange, California se enfrentan a desafíos tales como estar demasiado ocupados, el materialismo y la indiferencia. Al igual que los misioneros, aquellos que trabajan con jóvenes necesitan estudiar al público que será su objetivo. Sin duda, algunas presiones y características juveniles son similares en todos los jóvenes de todo el mundo, pero incluso esas similitudes están cambiando constantemente. Un objetivo importante de este libro es ayudar a los lectores a analizar, investigar y prepararse para alcanzar a los jóvenes en su cultura particular­— para convertirse en misioneros interculturales donde viven y trabajan.

El término adolescencia proviene de la palabra latina adolescere, “crecer”, y se usa con mayor frecuencia para describir la pubertad hacia la edad adulta o la madurez (nota 1). La palabra adolescente no entró en boga sino hasta principios de los años cincuenta y proviene de la cultura popular. Mark H. Senter III explica:

La palabra adolescente fue un producto de la era de la Segunda Guerra Mundial. Aparentemente utilizado por primera vez en la revista Popular Science (Ciencia Popular) en 1941, el término fue rápidamente adoptado por el mundo de la publicidad para etiquetar el grupo demográfico de entre trece y diecinueve años de edad. La guerra transformó prematuramente a los jóvenes mayores en adultos, reclamando sus esfuerzos para las fuerzas armadas o como apoyo en el esfuerzo bélico a través de su empleo para industrias vitales. Esto dejó a los estudiantes de preparatoria y sus contrapartes de la escuela secundaria como un grupo único. Ellos se convirtieron en ese grupo distintivo llamado adolescentes (nota 2).

La juventud normalmente comienza a los trece años hasta que la persona se responsabiliza de sus acciones. La mayoría de las culturas estaría de acuerdo en que la juventud termina cuando la persona se convierte en un individuo responsable que ya no depende de los padres. Pero también existe la cuestión de los grupos de edad. Por ejemplo, los que tienen de trece a dieciséis años tienen necesidades diferentes a las de los de diecisiete a veintiún años. Aquellos que trabajan con adolescentes jóvenes deben ser sensibles a su nivel de madurez, no deben pensar que se están desarrollando más rápido de lo que en realidad lo están haciendo (nota 3). La edad de los jóvenes también determinará cuánta supervisión adulta necesitan. Los jóvenes de séptimo a noveno grado, por ejemplo, necesitan mucha más atención que los que están cursando el último año de la preparatoria.

Convertirse en un misionero para los jóvenes implica descubrir las reglas básicas que motivan a los jóvenes a comportarse de la manera en que lo hacen. Steve Gerali, experto en el campo de la adolescencia y el ministerio juvenil, escribe:

Ser como adolescentes implica sumergirse en su cultura. Cuando los misioneros van a campos extranjeros, aprenden los lenguajes, las costumbres, las prácticas, las tradiciones y los valores de las personas que están tratando de alcanzar. Para entender completamente a la comunidad, deben traer esas prácticas a su hogar. Hablan el idioma dentro del contexto de su familia para adaptarse a la comunidad. Ellos practican las costumbres y tradiciones para que puedan relacionarse con las personas. Se hacen todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles (nota 4).

Al igual que los misioneros que aprenden un idioma y una cultura, aquellos que son efectivos para alcanzar a los jóvenes necesitan involucrarse en el mundo social de los jóvenes. Implica comprender y experimentar esas cosas que afectan a la juventud hoy. Los mejores jóvenes misioneros conocen a los adolescentes mejor que a los adolescentes se conocen a ellos mismos (nota 5).

Convirtiéndose en Buenas Nuevas

Dios mismo se encarnó en el mundo romano del primer siglo para convertirse en buenas nuevas para esa cultura. Las Escrituras nos dicen que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (Juan 1: 1). Los misioneros hacen lo mismo. Aquellos que quieren ser buenas nuevas para los jóvenes deben conocer sus angustias, sus luchas y cómo la Palabra de Dios resuelve esos asuntos particulares.

Cuando mi esposa y yo llegamos a Costa Rica en abril de 1990 para ser misioneros de tiempo completo con la Alianza Cristiana y Misionera, anhelamos hablar español correctamente porque sabíamos que pronto seríamos misioneros en Ecuador. Al estudiar la lengua española, aprendimos que Dios da gracia en la debilidad. En lugar de decir, “Me gustaría conocerte”, decía “me gustaría cocinarte”. Algunos de mis errores más hilarantes en español no los puedo repetir en público.

Empecé a aprender español cuando tenía treinta y tres años. Clasificar los sonidos en español era difícil para mí. Para compensar mi falta de talento natural, tuve que estudiar durante horas. Como un niño, aprendí la importancia de seguir las reglas gramaticales y la lógica de la lengua española. Sabía, sin embargo, que tomarme el tiempo al principio tendría un impacto a largo plazo en mi ministerio en América Latina.

Luego tuvimos que aprender las costumbres y la cultura de Ecuador. Escribí largos artículos sobre la cultura ecuatoriana, tratando de entender a las personas a las que iba a alcanzar. Pero al final tuvimos que vivir entre esa cultura y conocer a los ecuatorianos. Todas nuestras investigaciones y estudios fueron insuficientes. Sólo después de vivir realmente entre los ecuatorianos año tras año aprendimos realmente sobre sus costumbres, cultura y anhelos de corazón. A menudo aprendimos a través de las pruebas, al cometer errores, ser corregidos, y luego repetir el proceso. Poco a poco empezamos a sentirnos seguros de que estábamos avanzando y llegando a nuestra gente en su propio lenguaje.

El tamaño del abismo entre los jóvenes y los que trabajan con los jóvenes depende de la edad, los antecedentes o la educación del que trabaja con los jóvenes. Pero el abismo siempre existe. Los que trabajan con jóvenes no deben apaciguar las normas culturales que se apartan del mensaje bíblico, más bien es importante exponer las verdades bíblicas de manera que sean atractivas para la juventud.

Joel Sanders, pastor de jóvenes en All People’s Church (La Iglesia de Todos los Pueblos) en San Diego, destacó a un voluntario de la iglesia que se convirtió en un entrenador de fútbol en la escuela preparatoria local para relacionarse mejor con aquellos a quienes estaba tratando de alcanzar. Este mismo voluntario comenzó a dirigir un grupo de vida juvenil y un club cristiano en el campus. “Él se preocupa por los jóvenes y ellos lo saben”, dijo Sanders. “Él se ha ganado su confianza al conocerlos y ser su amigo, y los jóvenes lo aman”.

Y llegar a conocer a los jóvenes de hoy requiere tiempo. Troy Jones, ministro de la juventud de las Asambleas de Dios, cree que se necesitan seis años para realmente comenzar el ministerio juvenil (nota 6). Su punto es que aquellos que ministran a la juventud necesitan dedicar el tiempo suficiente para saber lo que hace que la juventud sea lo que realmente es. Es común ver que los que trabajan con jóvenes, ya sean voluntarios o a sueldo, se desmotiven muy rápido.

Ahondando

El libro Blind Descent: The Quest to Discover the Deepest Place on Earth (Descenso a Ciegas: La Búsqueda para descubrir el lugar más profundo de la Tierra) es una fascinante historia sobre la exploración de cuevas. El Autor James M. Tabor ilustra vívidamente cómo los mejores exploradores de cuevas se adentran cada vez más profundo en las cavernas, golpeando ligeramente en paredes, pasando debajo de corrientes, y arrastrándose a través de grietas para encontrar entradas en las cuevas. Los mejores ministros de jóvenes no están satisfechos con la comunicación superficial, eligiendo más bien profundizar para conocer mejor a la juventud y crecer en un compromiso a largo plazo donde las relaciones florezcan. Las misiones interculturales entre los jóvenes son similares. Duffy Robbins dice,

El ministerio juvenil es un ministerio intercultural. Requiere que personas de una cultura (adultos) —con un conjunto de valores y costumbres en cuanto a moda, ocio, música, etc. — crucen al mundo de otra cultura (adolescentes) con su lenguaje distintivo, costumbres, artes y preferencias (nota 7).

El ministerio de Blake Foster para los jóvenes en la Iglesia Comunitaria Antioquía le llevó a concluir que uno de los mayores problemas que enfrenta su grupo de personas y la juventud de Texas, es comunicarse entre sí. “Los jóvenes pasan por conflictos, pero no pueden articular sus batallas con nadie más”, dijo Foster. “También tienen problemas con la comunicación cara a cara, pueden enviar un texto a alguien, pero les cuesta ser reales y vulnerables ante las personas”. Foster se ha percatado que los jóvenes de los Estados Unidos pasan alrededor de 7.5 horas diarias haciendo multitareas en diversos dispositivos mediáticos (nota 8). Una gran parte del problema de la comunicación cara a cara se debe a las innumerables horas que interactúan con dispositivos impersonales en lugar de con personas reales.

Y, por supuesto, los medios de comunicación en línea y su forma impersonal de comunicarse no es sólo un problema de Norteamérica. Los jóvenes de todo el mundo se conectan cada vez más a través del Internet, ya sea que vivan en China, Argentina, India, Europa, partes de África o Estados Unidos. Aquellos que ministran a los jóvenes deben tener esto en mente y alcanzarlos en su territorio— ese que está profundamente influenciado por el Internet.

En última instancia, la mejor manera de llegar a la juventud es a través del amor de Jesús y alentando a los jóvenes a involucrarse en el ministerio ellos mismos. Foster dijo: “Hasta que el joven realmente esté practicando lo que él o ella ha aprendido, el crecimiento es tristemente limitado”. Y el involucrarse puede ser algo complicado. Los jóvenes no crecen en espacios aislados y privados. Lo hacen públicamente, y sus acciones pueden volver locos a los adultos quienes se olvidan de su propia crianza, la cual fue problemática. Eugene Peterson escribe:

Los adolescentes, más que nada, están creciendo. No lo hacen en silencio. No se quedan en sus habitaciones creciendo aislados; no restringen su crecimiento a los tiempos cuando se sienten seguros entre sí. Su crecimiento se desborda, de manera no sistemática y por todas partes. De esta manera, los adolescentes que enérgicamente modelan y estimulan constantemente el crecimiento, son el regalo de Dios para los padres que están en peligro de ser detenidos en su propio crecimiento (nota 9).

Aquellos que están comprometidos a amar y a entender a la juventud descubrirán maneras efectivas de ganarlos y convertirse en buenas nuevas en el proceso.

Ventana de Oportunidad

Dios está trabajando activamente entre los jóvenes hoy en día. De hecho, la investigación ha demostrado que alrededor del ochenta y cinco por ciento de las personas que hacen un compromiso con Jesucristo están haciendo ese compromiso antes de la edad de dieciocho años, y aquellos que no hacen el compromiso a esta edad probablemente nunca lo harán (nota 10). Ron Hutchcraft dice:

Hay una conclusión que me ha conducido por más de treinta años en el ministerio. Al menos tres cuartas partes de todos los que aceptan a Jesucristo lo hacen alrededor de los dieciocho años. Cuando vayas a la graduación de la escuela preparatoria local y veas a los jóvenes caminando por esa plataforma, debes darte cuenta que aquellos que no conocen a Cristo probablemente vivirán y morirán y pasarán la eternidad sin Él. La iglesia de Jesucristo no tiene nada más urgente que hacer que alcanzar a las personas antes de que sus vidas se vuelvan difíciles— y mientras aún son jóvenes (nota 11).

El ministerio juvenil es un momento importante para alcanzar y ministrar a aquellos que están en sus años de formación y están listos para que algo suceda en sus vidas. Ellos quieren cambiar al mundo para Jesús y están dispuestos a involucrarse en ese cambio. Alcanzar a la juventud aquí y ahora debe ser una prioridad para aquellos que están en el ministerio, sabiendo que sus mentes todavía están abiertas para el evangelio y están dispuestos a ser discípulos para el Maestro.

Notas

  1. Kenda Creasy Dean, Chap Clark, Dave Rahn, editores, Starting Right: Thinking Theologically about Youth Ministry (Empezando Bien: Pensando Teológicamente sobre el Ministerio Juvenil) (Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House [Editorial Zondervan], 2001), p. 44.
  2. Mark H. Senter III, When God Shows Up: A History of Protestant Youth Ministry in America (Cuando Dios Aparece: Una Historia del Ministerio Juvenil Protestante en Estados Unidos) (Grand Rapids, MI: Baker Academics [Académicos Baker], 2010), p. 32.
  3. Chap Clark, "Chapter 2: The Changing Face of Adolescence: A Theological View of Human Development" (“Capítulo 2: La Fase de Cambio de la Adolescencia: Una Perspectiva Teológica del Desarrollo Humano”) Kenda Creasy Dean, Chap Clark, David Rahn, Starting Right: Thinking Theologically about Youth Ministry (Empezando Bien: Pensando Teológicamente sobre el Ministerio Juvenil) (Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House Editorial Zondervan], 2001), p. 54.
  4. Steve Gerali, "Chapter 18: Seeing Clearly: Community Context," (Capítulo 18: Viendo con Claridad: el Contexto de la Comunidad) en Kenda Creasy Dean, Chap Clark, Dave Rahn, editores, Starting Right: Thinking Theologically about Youth Ministry (Empezando Bien: Pensando Teológicamente sobre el Ministerio Juvenil) (Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House [Editorial Zondervan], 2001), p. 288.
  5. Ibid., p. 288.
  6. Troy Jones, From Survival to Significance: The How Tos of Youth Ministry for the Twenty-First Century (De la Supervivencia a la Significancia: Los Procedimientos del Ministerio Juvenil del Siglo XXI) (Mukilteo, WA: WinePress Publishing [Publicaciones WinePress], 1998), pp. 23-29.
  7. Robbins, Duffy (2009-08-30). This Way to Youth Ministry: Companion Guide (Por Este Camino hacia el Ministerio Juvenil: Guía de Compañía) (YS Academic) (Ubicación en Kindle 5899-5908). Zondervan/Especialidades Juveniles. Edición para Kindle.
  8. Según el respetado informe de la Kaiser Family Foundation (Fundación de la Familia Kaiser) (2010): "Hoy en día, los niños de 8 a 18 años dedican un promedio de 7 horas y 38 minutos a utilizar los medios de entretenimiento durante un día típico (más de 53 horas a la semana). Pasan la mayor parte de ese tiempo "multitasking con los medios" (usando más de un medio a la vez), realmente logran acumular un equivalente a 10 horas y 45 minutos de contenido mediático en esas 7 horas y ½ ". Según el informe de Kaiser, los jóvenes están gastando el 25% de su tiempo en línea con múltiples medios de comunicación y el 31% dice que están utilizando varios medios de comunicación mientras hacen su tarea (Kaiser Family Foundation (Fundación de la Familia Kaiser), "Generación M2", citado en Dean Borgman, Foundations for Youth Ministry: Theological Engagement with Teen Life and Culture (Bases para el Ministerio Juvenil: Involucramiento Teológico con la Vida y Cultura Adolescente) (Grand Rapids, MI: Baker Academics [Académicos Baker], 2013), p. 219.
  9. Citado en Duffy, Ubicación en Kindle 3991-3994.
  10. George Barna, "Teens and Adults Have Little Chance of Accepting Christ as Their Savior" (“Los Adolescentes y los Adutos Tienen una Pequeña Probabilidad de Aceptar a Cristo como su Salvador”), The Barna Report (El Reportaje de Barna) (octubre-diciembre de 1999), sin datos de publicación, citado en Jim Burns y Mike Devries, Partnering with Parents in Youth Ministry (Asociándose con los Padres en el Ministerio Juvenil) (Ventura, CA: Gospel Light [Luz del Evangelio], 2003), p. 13.
  11. Hutchcraft, p. 35.

 

 

 

 

 

 

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