La Familia de Dios

Liderazgo Pastoral

por Joel Comiskey, capitulo 3 de Fundamentos Biblicos

2013

En la historia de la creación de Génesis 1, Dios miró a toda su creación y declaró que era “muy bueno” (versículo 31). Cada parte de la creación era perfecta porque Dios la hizo. Sin embargo había un ingrediente que hacía falta: la comunidad.

La creación de Dios del primer ser humano, así como el resto de su creación, estuvo perfectamente diseñada. Creado a la imagen de Dios, la creación humana podía pensar, sentir, y actuar, así como Dios. Pero el ser humano no podía hacer una cosa: él no podía interactuar ni disfrutar en comunión con otros, como su Creador trino, porque no había nadie más con quien comunicarse. En Génesis 2:18, Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo.” Aunque Dios hizo a varias criaturas para que interactuaran con Adán, éstas no le proveían la comunidad que él necesitaba. En otras palabras, la creación de los animales no le proporcionaba a Adán la comunidad y la interacción que Adán requería. Así que Dios creó a Eva, quien gozó de comunión con Adán y lo hizo sentir completo.

A Adán y a Eva le nacieron hijos y así surgió la familia. A través de la familia, Dios quería mostrar la comunidad que existe dentro de su naturaleza trina. Aunque el pecado ha contaminado los valores familiares y corrompido el curso de la historia, Dios ha persistido en mostrar su amor a las familias que Él creó.

Es algo bello, cuando la familia está en buena relación con Dios. Cuando el pecado y el egoísmo reinan, las relaciones de familia se desintegran. Con la entrada del pecado en Génesis 3, vemos los linajes familiares que se caracterizan por el orgullo, el desorden y la destrucción. Sin embargo, la historia del Antiguo Testamento se centra en el amor de Dios por la familia, y cómo se esforzó para llegar hasta su creación.

Casas de Familia

Las primeras familias después de Adán y Eva se veían como rivales, en vez de compañeros de trabajo. El egoísmo y la desunión causaron que las primeras familias se alejaran de su Creador, así que Dios decidió comenzar de nuevo. Dios hizo entrar a Noé y a su casa dentro del arca, junto con sus hijos y sus esposas (Génesis 5-6). Dios salvó a estas familias para empezar de nuevo basándose en un nuevo pacto de amor y compromiso.

Cuando Noé y su familia salieron del arca, Noé hizo un pacto con Dios, y Dios hizo un compromiso con Noé. Él le dijo a Noé y a su familia, “Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen…” (Génesis 1:28; 9:1). Dios continúo con su plan de reproducción familiar a pesar de los conflictos y las luchas de poderes (ej. La torre de Babel en Génesis 11). Fiel a su promesa, en lugar de destruir su creación errante, en Abraham Dios escogió un nuevo linaje familiar (Génesis 12:1-3).

Él mandó a Abraham dejar su parentela para romper con la vieja comunidad corrupta en la que vivía, para así sentar las bases para una nueva. Dios le dio a Abraham la promesa de una bendición personal (“Yo te bendeciré”) la cual se traduciría en una bendición nacional. (“Yo haré de ti una gran nación”). Al dejar su vieja y destruida comunidad, e ir a una tierra de promesa, Abraham aceptó el plan de Dios de establecer una nueva comunidad que eventualmente traería, a la iglesia, creyentes de todos los pueblos de la tierra.[32]

A través del linaje del hijo de Abraham, Isaac, Dios continuó bendiciendo y multiplicando familias. Jacob, el hijo de Isaac y heredero de la promesa, estableció su familia la cual se extendió a ser todo un linaje. Mientras Jacob y su familia viajaban de Padám Aram a la tierra prometida, Dios le salió al encuentro a Jacob y le cambió el nombre a Israel. La casa de Israel vivió junta en familias—doce tribus junto con sus familias. De hecho, era muy común que las familias en los tiempos del Antiguo Testamento vivieran juntas en casas más grandes.

Cuando pensamos en familias hoy en día, pensamos en nuestro moderno concepto de familias nucleares. No obstante, en los tiempos del Antiguo Testamento, las familias eran mucho más extensivas. Leo G. Perdue, un erudito en estudios sobre Israel antiguo, escribe:

Las casas de familias no consistían en familias nucleares en el entender moderno de una pareja casada y sus hijos, sino que eran multigeneracionales (hasta cuatro generaciones) e incluía el arreglo social de varias familias, relacionadas por sangre y matrimonio, que vivían en dos o tres casas conectadas arquitecturalmente.[33]

Las generaciones que vivían en estas casas se extenderían por varios lugares de vivienda.[34] En nuestra sociedad moderna, estamos acostumbrados a la vida urbana, pero el contexto del Antiguo Testamento era principalmente rural. La gente vivía en aldeas. Carol Meyers, escribe, “La mayoría de los asentamientos del período israelita antiguo eran sitios pequeños y rurales. Ciertamente, para ese período. . . el lugar preponderante de la vida familiar era la aldea.[35] “Se ha estimado que una aldea de tamaño normal podría haber sido de cincuenta personas, mientras que una grande tendría unas ciento cincuenta personas.[36]

Aquellos que formaron parte del grupo de parentesco en aquel entonces se centraron en toda la familia, en lugar de sus necesidades individuales. Como un grupo orientado a una cultura colectiva, la supervivencia económica se extendía más allá de la familia individual, a los clanes, tribus y a todos los hijos de Israel. Perdue escribe:

El concepto moderno de individualismo no se conocía en el antiguo Israel ni a principios del Judaísmo, aun así, un conocimiento básico de la responsabilidad individual dentro del todo corporativo más grande comenzó a desarrollarse durante el período del exilio (Ezequiel 19); en general, sin embargo, el fuerte sentido de solidaridad corporativa y comunidad dominó el mundo social y religioso de Israel y del judaísmo en ciernes. La interdependencia social y económica de los miembros de las familias produjo un entendimiento de identidad corporativa y comunidad que moldeó las relaciones y las vidas de las personas. En la casa de familia, la voluntad y necesidades individuales se fusionaban con la voluntad y necesidades colectivas del todo más grande. El comportamiento del individuo afectaba al todo, y esto era especialmente cierto respecto a la cabeza de la casa, quien encarnaba en sí mismo el todo de la casa (Éxodo 20:5-6; Josué 7:16:26). Este bien colectivo trascendía lo bueno de cualquier miembro como individuo.[37]

Los matrimonios eran arreglados por los padres de las dos familias, y no siempre se les consultaba a los hijos y a las hijas (Génesis 21:21; 34: 4-6; 38:6; Josué 15:16; 1 Samuel 18:17-27; 25:44). Se prohibía de manera estricta el matrimonio y el incesto fuera de las fronteras tribales (Levíticos 18, 20; Éxodo 34:11-16; Números 25:1-2; Deuteronomio 7:3-4; Jueces 3:5-6; Nehemías 13:23-27).

La hospitalidad de grupo era altamente valorada y practicada entre las familias del Antiguo Testamento. Los extranjeros esperaban recibir atención y cuidados por largos períodos de tiempo. Christine D. Pohl, escribe:

El legado de hospitalidad del antiguo Testamento es instructivo para nosotros. Primero, la casa dentro de la cual se le daba la bienvenida al extranjero era el centro tanto de la actividad social como de la familiar.

Segundo, aún a principios de esta parte de la tradición, el cuidado a los extranjeros iba más allá de la casa. Involucraba la responsabilidad de la comunidad y la provisión, y dependía de las legislaciones y de las respuestas individuales generosas. Nunca se asumía que las familias de manera individual cuidaran de grupos grandes de extranjeros necesitados. Tercero, a los extranjeros se les recibía primero en un lugar más público.

Tal plataforma permitía una interacción preliminar que les reducía un poco su “extrañeza” antes de entrar a la casa. También le permitía a la comunidad más grande tener la oportunidad de conocer al extranjero.[38]

La casa, proporcionaba la red de atención no solo para aquellos que estaban relacionados por medio del matrimonio sino también para aquellos que eran marginados y necesitaban de una asistencia especial.

La naturaleza comunitaria trina de Dios, era reflejada a través de grupos que alcanzaban a los extranjeros, a los indigentes, y a aquellos que estaban en necesidad. Mientras amaba a todas las personas, Dios continuó enfocándose en su familia escogida, los Israelitas.

Expansión Familiar

La familia de Dios creció y prosperó en Egipto bajo la supervisión de José. Sin embargo, su increíble crecimiento amenazaba al nuevo Faraón, así que Dios condujo a su familia fuera de Egipto cumpliendo su rol como padre de Israel. Dios les dice a ellos después: “Ustedes son testigos de lo que hice con Egipto, y de que los he traído hacia mí como sobre alas de águila” (Éxodo 19:4).

De acuerdo a Éxodo 12:37-38, los Israelitas eran unos “seiscientos mil hombres de a pie. Sin contar a los niños y a las mujeres,” junto a otros que no eran Israelitas, y el ganado. Números 1:46 da un total más preciso de seiscientos tres mil quinientos cincuenta. Los seiscientos mil, más las esposas, niños, los ancianos, y la “multitud mezclada” que no era Israelita hubiera dado un total de dos millones de personas (un estimado más conservador de 1.5 millones se usa a menudo), número que se compara con Houston o Filadelfia, respectivamente.

Mientras esta gran familia hacia su viaje fuera de Egipto, pronto les pareció que necesitaban reorganizarse. Jetro, el suegro de Moisés, al ver la desesperada situación por la que a travesaba Moisés, lo aconsejó a levantar líderes que se ocuparan de mil, cien y diez personas. Jetro resumió el problema de forma sucinta, “pues te cansas tú y se cansa la gente que te acompaña” (Éxodo 18:18). Moisés trató de ser un líder responsable, pero era algo que era demasiado para que lo hiciera solo. Jetro hizo un recuento de las ventajas de este enfoque de liderazgo a Moisés: “podrás aguantar; el pueblo, por su parte, se irá a casa satisfecho” (Éxodo 18:23).

Suponiendo una estimación más conservadora de 1,5 millones de israelitas, esto significaría que había ciento cincuenta mil unidades familiares (grupos de diez), treinta mil grupos de cincuenta, seis mil grupos de cientos de personas, y de acuerdo a Éxodo 24:9, setenta líderes que habrían estado designados como jefes de miles.

A menudo utilizamos la palabra “nación” para describir a Israel, pero debemos recordar que ellos estaban organizados de acuerdo a las familias, clanes, y tribus. Fue a través de este íntimo tejido de organización familiar y tribal que cualquier persona podía ser elegida para ser inspeccionada. Existen varios ejemplos donde se seleccionó a una persona de acuerdo a su tribu, clan o familia. Cuando Acán desobedeció, leemos:

Al día siguiente, muy de madrugada, Josué mandó llamar, una por una, las tribus de Israel; y la suerte cayó sobre Judá. Todos los clanes de Judá se acercaron, y la suerte cayó sobre el clan de Zera. Del clan de Zera la suerte cayó sobre la familia de Zabdí. Josué, entonces, hizo pasar a cada uno de los varones de la familia de Zabdí, y la suerte cayó sobre Acán hijo de Carmí, nieto de Zabdí y bisnieto de Zera (Josué 7:16-18).

Aún con tal gran número de personas, Dios los organizó de acuerdo a unidades familiares. Posteriormente Dios le brindaba atención a cada unidad a través de una estructura de supervisión organizacional, a la cual muchos en la iglesia celular de hoy llaman el Modelo de Jetro. La familia era la base de esta estructura de atención porque este fue el diseño de Dios desde el principio.

El Fracaso Familiar

Se suponía que los Israelitas debían demostrar a las naciones la naturaleza y la unidad divina de Dios. Tristemente los Israelitas fracasaron en esta tarea, discutiendo entre ellos y alejándose de Aquel que los había llamado.

No obstante, incluso en esas espantosas condiciones, los profetas querían ver a Israel como una familia, como una casa que sería restaurada. En Oseas 1-3, las relaciones en medio de la familia proporcionaban una metáfora para su futuro destino. Los profetas hablaron en contra de familias rebeldes, sabiendo que cuando un hombre es rebelde, sus hijos sufren las consecuencias (Amós 7:17). No obstante, Dios dice que aún si la familia de Israel fuera destruida, también sería reconstruida (Ezequiel 37:11-14). De hecho, un remanente de Israel surgió para reconstruir y para restaurar la conexión familiar (Nehemías y Esdras).

Jesús y la Nueva Familia de Dios

Jesús vino para iniciar una nueva comunidad, la nueva familia de Dios (Mateo 12:46-50). Aunque la definición de la iglesia necesitaba de mayor explicación, Jesús formó su nueva familia pidiéndoles que rompieran con lo viejo y que hicieran un compromiso total por seguirle. Joseph Hellerman, autor de When the Church Was a Family (Cuando la Iglesia era una Familia,) Escribe:

Él [Jesús] utilizó la palabra “familia” como la metáfora definitoria para describir a sus seguidores… la familia demandaba el compromiso más alto de lealtad indivisible, de solidaridad relacional, y de sacrificio personal que cualquier otra entidad social en el grupo-fuerte del mundo mediterráneo de Jesús. Y las más grandes decisiones de vida se hacían en el contexto de la familia.[39]

Jesús mismo lo dice en Marcos 10:29-31:

Les aseguro respondió Jesús que todo el que por mi causa y la del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos, recibirá cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones); y en la edad venidera, la vida eterna. Pero muchos de los primeros serán últimos, y los últimos, primeros.

Seguir a Jesús significaba dejar todo atrás y empezar de cero. Gerhard Lohfink, escribe: “Aquellos que siguen a Jesús… se permiten ser recogidos por Jesús y llevados a una ‘nueva familia’ que se encuentra completamente bajo la señal del reino de Dios.”[40]

Seguir a Jesús era especialmente difícil en la cultura colectiva del Nuevo Testamento pues las personas se veían a sí mismas como parte de un grupo. La identidad de una persona era colectiva, por lo que seguir a Jesús significaba romper con la familia, con los amigos, y con la religión para seguir a Cristo y a sus seguidores.[41] Ritva Williams escribe:

El movimiento de Jesús nació en un mundo orientado al grupo donde la casa/familia era considerada como la base principal de la vida social… El grupo que se reunía alrededor de Jesús en su tiempo consistía de miembros de familia, muy a menudo eran hermanos y/o sus madres quienes habían dejado las casas de sus padres y esposos. En el movimiento de Jesús todos ellos encontraron una familia sustituta.[42]

Jesús frecuentemente enseñaba en los hogares para comunicarles a sus seguidores cómo debía ser su nueva familia. Él vino a crear un nuevo, pueblo transformado que eran hermanos y hermanas entre sí. A pesar que Jesús utilizó la red de casas de familias que existía en su tiempo, Él la transformó mediante una nueva visión por amor y sacrificio. Él cimentó el nuevo concepto de familia viviendo entre ellos y mostrándoles cómo amar y servirse unos a otros (Juan 13:1-17).

La enseñanza de Cristo sobre la verdadera grandeza (utilizando a los niños como ejemplo) se da en el contexto de un ambiente de casa (Marcos 9: 33-36). La nueva familia que Cristo imaginó tendría al servicio como su estilo central de liderazgo, y a la dependencia como la de un niño, como su faro de luz.[43] Luego mandó a sus discípulos de dos en dos para que participaran y se infiltraran en el corazón de la cultura: la familia. Los discípulos entraron a las casas y transformaron a los incrédulos de adentro hacia afuera.

Jesús quería que su nueva familia disfrutara de la unidad que Él había experimentado con el Padre—una unidad que originalmente había sido confiada en la creación, y que ya existía dentro de la Trinidad. Para Jesús, el modelo de la unidad que debía darse entre los humanos era la relación entre el Padre y el Hijo (Juan 17:11, 21, 22). Refiriéndose a su unidad, el Hijo le declara al Padre: “Tú estás en mí y yo estoy en Ti,” y podía orar por sus seguidores para que fueran uno en la misma extensión y en la misma intensidad. (Juan 17:21). En su última oración Cristo expresa su preocupación por la unidad a todos los creyentes de todos los tiempos a lo largo del futuro de la iglesia. (Juan 17:20).[44]

La Iglesia como Familia de Dios

La estrategia de Jesús del ministerio de casa en casa y el ambiente de la iglesia primitiva en la casa, se combinaron para crear la atmósfera de donde emergió la doctrina teológica de la familia de Dios. Los primeros discípulos simplemente estaban siguiendo a su maestro al enfatizar sobre la nueva familia de Dios basada en hogares.[45]

Las metáforas “Dios el Padre,” “Jesús el Hijo,” “hijos de Dios,” “hermanos y hermanas en Cristo,” junto con otros términos sobre la familia se convirtieron en un medio para comunicar una nueva teología cristiana. Esto también construyó un fundamento de comunidad de iglesia e interacciones entre sus miembros. Pablo utiliza los términos “hermanos,” “hermanas,” unas ciento dieciocho veces en sus cartas.[46] Robert Banks escribe:

La comparación de la comunidad cristiana con una “familia” debe ser considerada como el uso metafórico más importante. Por ello tiene un lugar de honor en esta discusión. Más que cualquier otra imagen utilizada por Pablo, ésta revela la esencia de este pensamiento acerca de la comunidad.[47]

En Efesios 3: 14-15 Pablo dice: “Por esta razón me arrodillo delante del Padre, de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra.” Él les estaba escribiendo a las iglesias en las casas de Éfeso y quería que los creyentes conocieran su herencia como la familia de Dios, llamados y escogidos específicamente por Dios. Goetzmann escribe: ¿Qué se podría transmitir mediante la idea de lo que la familia de Dios tenía? De hecho, la familia de Dios ya existía en la comunidad cristiana primitiva a través de las iglesias en las casas.”[48]

El escenario de las casas confirmaba que los creyentes eran la familia de Dios. En el mundo Mediterráneo del primer siglo, fuertemente orientado al grupo, la familia era el grupo más importante. El pertenecer a una familia proporcionaba el foco central para la identidad, y al mismo tiempo, si esa familia era considerada honorable, la identidad de la persona era resaltada.[49] Hellerman dice:

El grupo más importante para las personas en el mundo antiguo era la familia. No es accidental que los escritores del Nuevo Testamento escogieran el concepto de familia como la metáfora social más importante para describir el tipo de relaciones interpersonales que habían de caracterizar a esas primeras comunidades cristianas. De hecho, no existe una mejor manera de comprender la pobreza espiritual y relacional del individualismo americano que comparando la forma en que hacemos las cosas con las relaciones de las familias sustitutas del grupo-fuerte del cristianismo primitivo.[50]

La imagen de la familia tenía mucho significado para esos primeros creyentes, porque así como lo señala Halvor Moxnes “En la cultura Mediterránea tradicional, la familia era la referencia básica del individuo, y el canal a través del cual él o ella era insertado en la vida social. Nacer dentro de cierta familia era un factor decisivo, ya que la familia era la depositaria del ‘honor’ y de la posición dentro de la sociedad, y la transmisora de recursos económicos.”[51] Era en esta plataforma familiar que la persona encontraba su sentido de pertenencia. Así lo escribe Williams, “Sin una familia, sin pariente, uno es nadie.”[52]

La Familia de Dios

“La familia de Dios” y la “casa de Dios” son términos, ambos utilizados en el Nuevo Testamento para describir la iglesia de Cristo. Estos dos términos son las imágenes principales de la iglesia del Nuevo Testamento. Ambos reflejan los dos lados de la misma moneda y ambos se extienden desde la iglesia en la casa. Helen Doohan escribe:

En estrecha relación con la imagen del hogar está la descripción de la iglesia como familia. Pablo describe su relación con las iglesias a través de términos que saca de la vida familiar, tales como padre (1 Corintios 4:14-15), madre (Gálatas 4:19), enfermera (1 Corintios 3:2), hablando de manera tierna y entrañable. La familia revela la esencia del pensamiento de Pablo acerca de la comunidad. El uso de los hogares de los cristianos para las reuniones de la comunidad refleja el carácter familiar de la iglesia primitiva. La atmósfera y las actitudes en la comunidad hablan de los valores familiares fundamentales que deben haber, como la confianza, el respeto, amor, paciencia, tolerancia, resistencia, y generosidad, que aseguren el tipo de interacción esencial para ser iglesia.[53]

Aunque casa y familia son términos que están conectados, el término “la familia de Dios” va más allá de la idea de una familia nuclear y ayuda a que exista un enfoque en la familia extensiva.[54] Los autores de Home Cell Groups and House Churches (Grupos Celulares en Hogares e Iglesias en las Casas), explican lo siguiente:

Las cartas de Pablo contienen una serie de figuras del lenguaje para describir la naturaleza y función de la iglesia. Una metáfora muy grande es la de una casa, la de una familia. Esta figura transporta una idea que tiene una raíz más profunda en el antiguo Testamento donde se hace referencia al pueblo de muchas maneras, utilizando figuras orientadas a la familia. Cuando le escribe a Timoteo, Pablo hace referencia a la iglesia llamándola “la casa de Dios” (1 Timoteo 3:15). Él utilizó el mismo lenguaje cuando le escribió a los cristianos en Éfeso (Efesios 2:19). En (Gálatas 6:10), Pablo cambió un poco el lenguaje e hizo referencia a la iglesia como “la familia de la fe.”[55]

La familia en el Nuevo Testamento era el centro del ministerio cristiano. Proporcionaba la adoración, el reclutamiento, apoyo mutuo, y la base para la encarnación social del mensaje del evangelio. Pablo dice en 1 Timoteo 3:15, “si me retraso, sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad.” En este versículo, Pablo extiende la imagen de la iglesia de la casa a la iglesia en general. Gehring dice:

Los eruditos acertadamente han declarado a 1 de Timoteo 3:15 como el pasaje eclesiológico central… La comprensión que se tiene de la iglesia aquí va más allá de lo metafórico; la iglesia se caracteriza, en sus concretas estructuras organizacionales, por la percepción de sí misma como una familia, entendiendo “familia” en términos del antiguo “oikos.” Según las Cartas, la iglesia es verdaderamente la casa o la familia de Dios. Visto de esta manera, “casa o familia de Dios” viene a ser un modelo de comportamiento responsable así como también de orden en la iglesia y de estructuras de liderazgo, y por lo tanto, la imagen más importante que nos guía a la auto comprensión y organización de la iglesia.[56]

La designación de la iglesia como “la casa de Dios” fue comprendida por todos los miembros de la iglesia de una manera bastante literal. La imagen de la iglesia se moldea junto con la familia de Dios. Entender a la iglesia como la casa de Dios también significaba que Dios mismo era la cabeza de la iglesia.

En 2 Timoteo 2:20-21, los miembros de la iglesia son descritos como objetos dentro de una gran casa. El líder de la iglesia local (supervisor) es el administrador de la casa (Tito 1:7). Este supervisor debe hacer las funciones del dueño de una casa (1 Timoteo 3:5) en la casa de Dios, en cuanto que administre, dirija, corrija, y cosas por el estilo. Dunn hace un resumen sucinto diciendo, “el modelo de la casa bien administrada proporcionó un precedente para la iglesia bien administrada.”[57] Gehring dice:

Era bastante natural que los patrones de la familia se imprimieran sobre la realidad social de la congregación. Las iglesias en las casas mencionadas en las cartas Paulinas, tenían una comprensión de sí mismas como “casa o familia de Dios,” y por lo tanto es completamente legítimo decir que aquí hay una eclesiología del oikos.[58]

La imagen de casa/familia de manera natural se fue introduciendo en la mentalidad de las iglesias en las casas del Nuevo Testamento. Sólo a aquellos que gobernaban sus casas de una manera ejemplar se les podían confiar cuidar de la iglesia (1 Timoteo 3:5), y debían sentar como ejemplo tener hijos que “le obedezcan con el debido respeto” (1 Timoteo 3:4), específicamente tener hijos “creyentes” (Tito 1:6).[59]

Dado que el liderazgo se desarrollaba naturalmente en el ambiente de la iglesia en la casa, las personas podían examinar si los miembros estaban o no, guiando a sus propias familias en una manera piadosa, parecida a Cristo. Aquellos que eran un ejemplo piadoso tanto para sus familias como para los de afuera eran los llamados a gobernar la casa de Dios, la iglesia del Dios viviente.

La Instrucción Familiar

En los tiempos del Nuevo Testamento, el grupo familiar básico viviendo en la misma casa estaba formado por el padre, la madre, los hijos no casados, probablemente uno o dos casados con sus propias esposas e hijos, y a menudo trabajadores y esclavos.

Ya que la iglesia primitiva fue organizada alrededor de esta familia extensiva, surgió la necesidad de una enseñanza específica sobre cómo comportarse como la nueva familia de Dios transformada. En sus cartas a las Iglesias de las casas en Colosas y Éfeso, Pablo incluye instrucciones (a menudo llamadas los códigos de las casas) sobre cómo la casa orientada a la familia debía comportarse (Colosenses 3:18 y Efesios 5:22).

Los padres, las madres y los hijos son exhortados a cuidarse los unos a los otros y a cumplir sus roles dentro de la familia. John Barclay escribe: “El código de la casa supone la solidaridad de una familia cristina, y proyecta una imagen de la casa como el contexto en el cual al discipulado cristiano se le da una expresión práctica.”[60] Pablo le dio sus instrucciones a:

  • Esposos y esposas (Efesios 5:22-33; Colosenses 3:18-19)
  • Padres e hijos (Efesios 6:1-4; Colosenses 3:20-21)
  • Amos y esclavos (Efesios 6:5-9; Colosenses 3:22-4:1)

Sabemos que los niños estaban presentes en esas primeras reuniones de las iglesias en las casas, tanto por lo que nos cuenta la historia de la iglesia y porque Pablo menciona a los niños en sus cartas. Osiek, MacDonald, and Tulloch escribe lo siguiente:

Que los niños no eran testigos casuales en las primeras reuniones cristianas, sino que se esperaba que ellos fueran oyentes activos de los primeros discursos cristianos, esto es algo que queda claro porque se mencionan directamente (junto con otras agrupaciones familiares) en los código de las casas del Nuevo Testamento (Colosenses 3:20; Efesios 6:1).[61]

Muchos de los niños que se mencionan en los códigos de las casas de Colosenses y de Efesios eran probablemente niños esclavos (algunos sin ningún conocimiento o contacto con sus padres biológicos), y muchos de los esclavos adultos que recibían la instrucción sin duda también tenían niños.[62]

En el mundo Romano, el rol de la maternidad frecuentemente era compartido con una variedad de personas, que incluía a nodrizas, cuidadores, y padres sustitutos de varios tipos. Osiek, MacDonald, and Tulloch escriben lo siguiente:

Deben haber habido muchos casos en que los niños (especialmente de bajo estatus social) terminaban, por motivos prácticos, bajo el cuidado de otros, o siendo adoptados; estos niños huérfanos eran alimentados habitualmente, aseados ocasionalmente, y puestos a dormir cada vez por diferentes personas. Si le añadimos a esto la fuerte posibilidad que rescatar a niños abandonados era tomado como un acto de caridad cristiana…terminamos con la probabilidad que las viudas a menudo estaban cuidando de niños que no eran propios. Las imágenes de los primeros grupos cristianos del segundo siglo dándoles la bienvenida a regañadientes a niños mendigos junto con esclavos y mujeres, eran probablemente muy cercanas a la realidad—especialmente si uno observaba a la ‘viuda y a los huérfanos’ desde la perspectiva de un forastero.[63]

Pablo dio sus instrucciones en plural para aclarar que las reglas son dirigidas no sólo a un amo, una esposa, hijos, y sirvientes en una casa, sino más bien a todos los miembros en todas las casas y en todas las iglesias de las casas—a todos en toda la iglesia como un todo en ese lugar.

El fortalecimiento de la familia simultáneamente fortalecía a las iglesias de las casas. Una casa que funciona bien, sólo puede existir sobre el fundamento de una familia saludable e intacta, por lo que existía una cercana conexión entre la familia y la iglesia en la casa del Nuevo Testamento.

La Hospitalidad Familiar

La hospitalidad demostró el mensaje del amor de Dios a través de la nueva familia de Dios. Dado que la iglesia primitiva se reunía en los hogares, la hospitalidad era una práctica natural y necesaria. Ayudaba a promover a la familia como un vínculo entre los creyentes y proporcionaba un escenario donde se podía reforzar una nueva identidad.[64]

Pablo anima a la iglesia en Roma a practicar la hospitalidad (Romanos 12:13), el escritor de los Hebreos le recuerda a los creyentes a no olvidarse de practicar la hospitalidad (Hebreos 13:1-3), y Pedro desafía a la comunidad a practicar la hospitalidad sin quejarse (1 Pedro 4:9). La hospitalidad en cada uno de estos pasajes, es una expresión concreta de amor por la familia de Dios y aún por los extraños, tal como lo vemos en el Antiguo Testamento. Osiek, MacDonald, y Tulloch escriben: “La hospitalidad emerge desde el principio como una virtud clave en los primeros grupos cristianos, tal como se demuestra con la hospitalidad ofrecida a Pablo por la pareja de misioneros (Hechos 18:1-3; vea Romanos 12:13; Hebreos 13:1-3).”[65]

El Evangelio se expandió al principio a través de creyentes que viajaban mucho y dependían de la hospitalidad de otros. Los viajes de los miembros de la iglesia y su involucramiento en el ministerio no hubieran sido posibles sin la ayuda de los creyentes. Pablo le pidió a Filemón que le preparara alojamiento en su casa, porque él, así como otros misioneros que viajaban, dependían de los hogares de los primeros creyentes cristianos (Filemón 22).

Tal hospitalidad no era sólo práctica, sino que era vista como una manera de participar en el ministerio del evangelio. Juan el apóstol dice, “…te comportas fielmente en todo lo que haces por los hermanos, aunque no los conozcas… Delante de la iglesia ellos han dado testimonio de tu amor. Harás bien en ayudarlos a seguir su viaje, como es digno de Dios. Ellos salieron por causa del Nombre, sin nunca recibir nada de los paganos; nosotros, por lo tanto, debemos brindarles hospitalidad, y así colaborar con ellos en la verdad” (3 Juan 1:5-8).

Por otra parte, Juan también advirtió a los creyentes de no participar en los falsos ministerios de anti-cristos y de engañadores, al escribir lo siguiente: “no lo reciban en casa ni le den la bienvenida, pues quien le da la bienvenida se hace cómplice de sus malas obras” (2 Juan 1:10-11).

La hospitalidad a esos primeros misioneros y el recibimiento de su mensaje estuvieron muy relacionados. Jesús estableció la norma para la iglesia en este aspecto, al mandar a sus discípulos de pueblo en pueblo y de casa en casa, para llevar el reino de Dios en medio de ellos, recordándoles a sus discípulos que aquellos que los recibieran a ellos, de hecho lo estaban recibiendo a Él y a las buenas nuevas del Evangelio (Lucas 9:1-6; 10:1-11). En Romanos 15:7, Pablo insta a los creyentes a “aceptarse mutuamente” así como Cristo los aceptó a ellos.

La amable y sacrificial hospitalidad de Jesús, la cual fue expresada en su vida, ministerio, y muerte, sirve de base para lo hospitalidad que debe existir entre sus seguidores.

La mayor parte del mundo antiguo consideró la hospitalidad como una práctica moral fundamental. Era necesaria para la protección de los forasteros vulnerables y les aseguraba a los forasteros al menos lo mínimo de provisiones y protección, y conexión con la comunidad más grande. También sustentaba la red normal de relaciones sobre la cual dependía la comunidad.[66]

Esta generosa hospitalidad y amor entre los creyentes era atractiva para los no-creyentes.

Reta Finger escribe:

¿Qué atrajo a las personas a la comunidad? En una ciudad llena de gente donde la mayoría de las personas vivían vidas marginales y desesperadas, a menudo aisladas de sus anteriores grupos de parentesco, Lucas ha retratado fielmente lo que era uno de los grandes atractivos del nuevo movimiento: la inclusiva y alegre comida diaria en la comunidad celebrada en el patio de al lado.[67]

Una de las principales formas de ofrecer hospitalidad era a través de comer juntos. Comer juntos en la casa era la forma principal en que se compartía la vida, así como también la manera en que se le daba la bienvenida a los forasteros y a aquellos que no eran parte de la familia. Lucas declaró en Hechos 4:34 que, “No había ningún necesitado en la comunidad.”[68]

Quisiéramos citar Hechos 2:46 en lo concerniente a la Cena del Señor en los hogares de los creyentes, pero probablemente hablaremos menos sobre Hechos 2:45: “vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno.” Partir el pan en la casa de los creyentes no sólo era una manera de rememorar la muerte del señor, también era el medio para asegurar que nadie se fuera con hambre.

A diferencia de la iglesia en Jerusalén, la iglesia en Corinto no estaba celebrando la Cena del Señor de la misma forma. Ellos no estaban enfocados en alimentar al pobre. Pablo escribe: “De hecho, cuando se reúnen, ya no es para comer la Cena del Señor, porque cada uno se adelanta a comer su propia cena, de manera que unos se quedan con hambre mientras otros se emborrachan” (1 Corintios 11:20-21).

En la iglesia primitiva, los creyentes daban y servían para parecerse a Jesús. Después de todo, Jesús lavó los pies de los discípulos y les dijo que hicieran lo mismo ellos, y luego les dijo: “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros” (Juan 13:34-35).

El Plan Familiar de Dios

El plan de Dios a través de los siglos ha sido llamar a un pueblo para modelar su naturaleza trina de amor, unidad y pureza. A pesar de que Israel no pudo ejemplificar esta comunidad, el plan de Dios no fracasó. Su plan familiar continuó con Cristo y la iglesia. De hecho, la imagen principal de la iglesia de Cristo es la familia de Dios. ¿Pero, cómo se relaciona con esta nueva familia el llamado radical de Cristo para el discipulado y el mensaje del reino?

Notas

[32] Bilezikian, pp. 31-32.

[33]Leo G. Perdue, Joseph Blenkinsopp, John J. Collins, y Carol Meyers, Families in Ancient Israel (Las Familias en el Israel Antiguo) (Louisville, KY: Editorial Westminster John Knox, 1997), pp. 174-175.

[34]John Goldingay, Key Questions about Christian Faith (Preguntas Clave sobre la Fe Cristiana) (Grand Rapids, MI: Baker, 2010), p. 289.

[35]Perdue, Blenkinsopp, Collins, y Meyers, p. 12.

[36] Ibid., p. 12.

[37]Perdue, Blenkinsopp, Collins, y Meyers, p. 237.

[38]Christine D. Pohl. Making Room: Recovering Hospitality as a Christian Tradition (Haciendo Espacio: Recuperando la Hospitalidad como una Tradición Cristiana) (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1999), p. 41.

[39] Joseph Hellerman, When the Church Was a Family (Cuando la Iglesia era una Familia) (Nashville, TN: B&H Academic, 2009), p. 31.

[40]Gerhard Lohfink, Does God Need the Church? (¿Necesita Dios a la Iglesia?) (Collegeville, MN: The Liturgical Press (Editorial Litúrgica), 1998), p. 132.

[41] Hellerman, p. 6.

[42] Ritva H. Williams, Stewards, Prophets, Keepers of the Word (Mayordomos, Profetas, Guardianes de la Palabra) (Peabody, MA: Publicaciones Hendrickson, 2006), p. 30.

[43] Carolyn Osiek, Margaret Y. MacDonald, Janet H. Tulloch, A Women’s Place: House Churches in Earliest Christianity (El lugar de una Mujer: Las Iglesias en las Casas en el Cristianismo más Primitivo) (Minneapolis, MI: Augsburg Fortress, 2006), edición Kindle, p. 83.

[44] Bilezikian, p. 36.

[45]Robert Banks, Paul’s Idea of Community (La idea de Pablo sobre la Comunidad) (Peabody, MA: Hendrickson Publications, 1994), p. 56.

[46]Williams, p. 34.

[47] Banks, p. 49.

[48] J. Goetzmann, “House,” The New International Dictionary of the New Testament, vol. 2. (El Nuevo Diccionario Internacional del Nuevo Testamento) Colin Brown, ed. (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1975), p. 250.

[49] Philip F. Esler, “Family Imagery and Christian Identify in Gal. 5:13 to 6:10” in Constructing Early Christian Families, (“Imágenes Familiares y Cristianos se Identifican en Gálatas5:13 al 6:10” en Construyendo Familias Cristianas del Principio) Halvor Moxnes, ed. (London: Routledge, 1997), p. 131.

[50] Hellerman, p. 6.

[51] Halvor Moxnes, ed., Constructing Early Christian Families (Construyendo las Primeras Familias Cristianas) (London: Routledge, 1997), p. 62.

[52]Williams, p. 38.

[53]Helen Doohan, Paul’s Vision of Church (La Visión de Pablo de la Iglesia) (Wilmington, DE: Good News Publisher (Publicaciones Buenas Nuevas), 1989), p. 143.

[54] Moxnes, p. 29.

[55] C. Kirk Hadaway, Francis M. DuBose, Stuart A. Wright, Home Cell Groups and House Churches (Grupos Celulares en Hogares e Iglesias en las Casas) (Nashville, TN: Broadman, 1987), p. 57.

[56]Gehring, p. 261.

[57] J. Dunn, Colossians, Philemon (Colosenses, Filemón, 245 Tal como lo cita Roger W. Gehring, House Church and Mission:The Importance of Household Structures in Early Christianity (La Iglesia en la Casa y la Misión: La Importancia de las Estructuras Familiares in el Cristianismo Primitivo) (Peabody, MA: Hendrickson, 2004) p. 260

[58]Gehring, p. 298.

[59] John M.G. Barclay, “The Family as the Bearer of Religion in Judaism and Early Christianity” (“La familia como la Portadora de la Religión y el Judaismo en el Cristianismo Primitivo”), en Constructing Early Christian Families (Construyendo las Primeras Familias Cristianas), Halvor Moxnes, ed. (London: Routledge, 1997), p. 77.

[60] Barclay, p. 76.

[61]Osiek, MacDonald, Tulloch, edición Kindle, pp. 70-71.

[62] Ibid., pp. 73-74.

[63] Ibid., pp. 76-77.

[64] Pohl, pp. 31-32.

[65]Osiek, MacDonald, Tulloch, pp. 31-32.

[66] Pohl, p. 17.

[67] Reta Halteman Finger, Of Widows and Meals: Communal Meals in the Book of Acts (De las Viudas y las Comidas: Comidas Comunitarias en el Libro de los Hechos) (Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans, 2007), p. 244.

[68] Ibid., p. 6.