La Victoria por medio de Oración

Por Joel Comiskey, 2020

Pandemias, injusticia racial, violencia, corrupción, clima extremo, etc.

Estos son los titulares de las noticias en los canales mundiales. Las personas a menudo se sienten impotentes y frustradas por lo poco que pueden hacer. Muchos caen en la ansiedad, la ira y el derramamiento de sangre.

¿Quién está alimentando estos ataques? Pablo nos dice que nuestra guerra no es contra carne y hueso, sino contra la maldad espiritual en los lugares altos. En otras palabras, Satanás y sus demonios están detrás de la corrupción, la violencia y el derramamiento de sangre. Después de hablar sobre las piezas de la armadura, Pablo concluye:

 Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar (Efesios 6:18-20).

Nuestra arma más potente y poderosa es la oración. Nuestra victoria viene de la oración y esto es cierto para las iglesias celulares.

Mientras hablo en iglesias celulares en todo el mundo, mi esposa a menudo me recuerda: “Joel, no te olvides de hablarles sobre la importancia de la oración“. Ella recuerda que mi investigación sobre el crecimiento de las iglesias celulares en todo el mundo concluyó que la oración poderosa y ferviente fue el factor clave que trajo salud y crecimiento. Todas estas iglesias estaban 100% dedicadas a la oración. Tengo la tendencia a enfatizar demasiado la estructura celular, pero la realidad es que la oración es la clave de la victoria.

Lo hermoso de la oración es que todos estamos al mismo nivel cuando nos acercamos a Dios. Venimos en el nombre de Jesucristo y en base a su sangre derramada.

Las Escrituras nos dicen que Elías era un ser humano frágil y débil. Sin embargo, invocó fuego del cielo y detuvo la lluvia de los cielos. Santiago declara: “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.” (Santiago 5: 17-18).

Hoy más que nunca, necesitamos orar fervientemente y creer en Dios para trabajar en nuestra nación e iglesias. Volvamos a la fuente de energía, volvamos a dedicarnos a la oración.