La honestidad a Dios y Otros

Evangelismo/Multiplicación

por Joel Comiskey

2013

A menudo cuento la historia de Dora, una joven de nuestro grupo celular en Ecuador, que a menudo compartía con el grupo sus dudas de la religión.De hecho, ella no creía en la iglesia, pero le gustaba ir a nuestro grupo celular porque podía hablar libremente sobre sus luchas y su incredulidad.Nosotros, como una célula, decidimos mostrar una parte del video de Jesús para nuestra extensión Navideña y Dora, como siempre, estaba con nosotros. Después de mostrar la presentación, Dora exclamó: “Estoy confundida.” Todo el mundo en la célula llegó a su rescate. Todos querían amarla y compartir su experiencia. Su presencia motivó a cada persona en el grupo a compartir su fe y usar sus dones. Mi esposa llevó a Dora finalmente a Jesús, y yo tuve el privilegio de bautizarla seis meses más tarde.

Con frecuencia los inconversos están buscando una comunidad de personas honestas que estén dispuestos a compartir sus luchas con el pecado y su dependencia al Dios vivo. Este tipo de autenticidad es atractivo para los inconversos y tiene mucho sentido. Muchos inconversos han conocido cristianos que no pudieron cumplir con las normas bíblicas y piensan que la iglesia es falsa e hipócrita (las personas que tratan de actuar como santos perfectos, resultando arrogantes). Desean saber, ver y escuchar a personas que están en el camino, luchando con Dios cada día, que no tiene miedo de hablar de los conflictos matrimoniales, sus luchas con la ira, y las victorias diarias a través del poder del Espíritu Santo.

No sólo la autenticidad de compartir la ayuda a los inconversos a creer la verdad del evangelio, sino también ayuda al creyente a ser más como Jesús. El intercambio auténtico en el pequeño ambiente de grupo ayuda a cada miembro a crecer en su caminar con Jesús, ya que resisten la tendencia a esconderse en los rincones oscuros del perfeccionismo en vez de abrir su corazón y alma, y permitir que otros vean lo que realmente son. Ellos no se esconden detrás de las apariencias e imágenes. Se dan cuenta que al compartir las debilidades, en realidad ganan fuerza. Crean entradas que conducen a la más íntima comunión de grupo. Todos hemos experimentado tiempos de “compañerismo” cuando todo el mundo trata de impresionar a los demás. Sientes la presión para seguir. La verdadera comunión cristiana, por el contrario, es transparente y honesta. Juan dice: “. . . si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado “(1 Juan 1:7). Y éste es el tipo de comunión sincera que prooduce discípulos y atrae a los inconversos a Jesús.