Crecimiento por Evangelísmo

Evangelismo/Multiplicación

por Joel Comiskey

2013

Nosotros, como cristianos, creemos que aparte de Jesucristo, no hay esperanza. Creemos que la gente va al infierno sin el conocimiento del salvador Jesucristo. Y también sabemos que tenemos buenas noticias para compartir, así que la gente puede ir al cielo. Esta realidad mueve a los creyentes a compartir el evangelio en cada oportunidad. Pero hay otro factor importante para compartir el evangelio: el crecimiento espiritual. Es decir, nos parecemos más a Jesús (mejores discípulos) al compartir el evangelio.

El apóstol Pablo resume la idea de crecimiento a través de la evangelización al escribir a una iglesia en casa en el primer siglo. Pablo dijo: “Oro para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús” (Filemón 1:6). Necesitamos compartir el evangelio de forma individual, pero también tenemos que evangelizar en grupo ya que todas las cartas del Nuevo Testamento fueron escritas hacia iglesias en casas. Cuando Jesús dijo a sus discípulos que él los harí¬a pescadores de hombres, él se refería a la red de pescar o evangelismo celular. Cuando evangelizamos como un grupo, entramos en una comprensión completa de todo lo bueno que tenemos en Cristo. Crecemos en nuestra comprensión de la increíble buena noticia del Evangelio, y cómo es el poder de Dios para transformar a cada persona, no importa lo lejos que esa persona este de Dios.

Cuando el grupo se centra únicamente en el compañerismo, le falta un aspecto importante del crecimiento espiritual y falla en tomar a los miembros del grupo al siguiente nivel. De hecho, el proceso mismo de la evangelización celular trae crecimiento espiritual, no sólo cuando alguien se acerca al grupo o recibe a Jesús. Animo a los grupos celulares a orar por los inconversos cada semana y planear formas de alcance, aunque esos intentos de evangelización no traigan mucho fruto. Recuerda que en el proceso de alcance, los miembros del grupo crecerán en el discipulado. Y por supuesto, cuando el fruto viene, el nivel de emoción aumenta. Pienso en Santiago, un nuevo creyente, quien ha traído un nuevo nivel de emoción a nuestra célula y la celebración a causa de su alegría en Cristo.