Dormir lo Suficiente

Por Joel Comiskey, Viviendo en Victoria

A veces pensamos que hay una respuesta espiritual para todo, e ignoramos lo físico. Pero a menudo nuestro desánimo, irritación e impaciencia tienen más que ver con nuestra condición física o mental.

Elías enfrentó este dilema cuando huyó de Jezabel después de invocar fuego y matar a los 400 profetas de Baal. Había confiado en Dios para hacer cosas asombrosas y Dios le había respondido. Con la ayuda de Dios, él solo derrotó a 400 falsos profetas. Pero también se encontraba exhausto.

Luego recibió una amenaza de Jezabel, su enemiga, lo cual inclinó la balanza emocionalmente. Leemos: “Entonces Jezabel envió un mensajero a Elías para decirle: ‘¡Que los dioses me castiguen sin piedad si mañana a esta hora no te he quitado la vida como tú se la quitaste a ellos!’” (1 Reyes 19: 2). ¿La respuesta de Elías? Leemos: “Elías se asustó y huyó para ponerse a salvo (1 Reyes 19: 3).

¿Cómo podía este hombre de Dios tener tanto miedo de un líder? La respuesta es el agotamiento. Vemos la importancia de no estar demasiado exhausto en la forma en que Dios trató con Elías en su viaje a Horeb. Dios se aseguró de que Elías durmiera y comiera antes de llegar a su destino. Las Escrituras dicen:

Luego se acostó debajo del arbusto y se quedó dormido.

De repente, un ángel lo tocó y le dijo: “Levántate y come”.Elías miró a su alrededor y vio a su cabecera un panecillo cocido sobre carbones calientes y un jarro de agua. Comió y bebió, y volvió a acostarse. El ángel del Señor regresó y, tocándolo, le dijo: “Levántate y come, porque te espera un largo viaje”. Elías se levantó, y comió y bebió. Una vez fortalecido por aquella comida, viajó cuarenta días y cuarenta noches hasta que llegó a Horeb, el monte de Dios. (1 Reyes 19:5-8)

Cuando estamos exhaustos o con mala salud, se nos hace difícil lograr algo. Lo que podría parecer un dilema espiritual, realmente tiene raíces físicas. A menudo olvidamos que somos seres físicos, mentales y emocionales.

Hacemos todo mejor si dormimos lo suficiente. Los expertos dicen que una persona normal necesita unas siete horas de sueño por noche. Para algunos, eso podría ser muy poco. Nuestros cuerpos simplemente funcionan mejor cuando descansamos. El sueño nos renueva y contribuye a nuestro vigor y vitalidad. El sueño repara el cuerpo y nos prepara para el día siguiente.

He aprendido esta verdad a las malas. En muchas ocasiones, mi falta de sueño ha causado una mayor irritación, más decisiones erradas y desánimo. En una semana de octubre de 2019, me estaba preparando para supervisar a pastores y líderes, pero no había dormido bien durante la semana. Y esto también fue después de semanas de viajes ocupados. Había agendado mis días por completo con supervisión de líderes sin el sueño nocturno adecuado.

En una de las llamadas que hice, me sentí oprimido, pesado y desanimado. Apenas podía hablar con el líder que estaba supervisando. Me puse a pensar: “Señor, ¿qué pasó? ¿Satanás me estaba atacando? ¿Había perdido la alegría de supervisar líderes? Pasé tiempo adorando y suplicando por la gracia de Dios. Y sí, esto ayudó, pero no resolvió el problema. Finalicé el resto de mis llamadas de supervisión y me fui a la cama, esperando que durante mi devocional matutino, Dios me mostrara lo que había salido mal.

La respuesta llegó fuerte y clara: simplemente estaba agotado, demasiado cansado. La oscuridad que acompañó la llamada telefónica del día anterior fue el resultado del agotamiento. Aunque había estado tomando mis días libres, no pude dormir lo suficiente todos los días. Simplemente no tenía suficiente fuerza física para seguir. Mi cuerpo me estaba resistiendo. Dormir más fue mi respuesta.

Antes de tomar el resto de las llamadas de supervisión, dormí un poco y me aseguré de recibir un descanso adicional, lo que me hizo sentir fuerte y seguro en mi supervisión. Tenía nueva energía, vida, dirección y alegría.

La salud corporal afecta todo lo que decimos y hacemos. Si estamos agotados, se notará. Si nos sentimos enfermos, lograremos poco. Un cuerpo arrastrado por la falta de sueño, la alimentación poco saludable y la falta de ejercicio no funciona muy bien e incluso podría hacernos manifestar ira, impaciencia y depresión.