LA IGLESIA INVISIBLE DE DIOS EN ARGENTINA

Iglesias Celulares Internaciones

La historia de Melody Taube

por Joel Comiskey

La Vida de la Alianza, 1998,

Cuando miraba hacia abajo a las personas de la clase alta de Argentina desde nuestro apartamento del 7º. piso, pensaba para mí: “Dios, yo no me siento capacitado para alcanzar a estas personas. Después de todo, crecí como la hija de misioneros en las selvas de Bolivia entre los indios Guarayos.”

La Alianza Cristiana y Misionera nos permitió abrir camino ser los pioneros de una iglesia celular (basada en grupos pequeños) entre las personas de la clase alta de Argentina, y nosotros comprendimos que no sería fácil. Casi todo el crecimiento de la iglesia en Argentina, de hecho, viene de la clase popular.

En medio de nuestra propia insuficiencia, Dios se manifestó. Él me dio un versículo de Hebreos: “ Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. ” (11:1). “Eso es, Señor. Ésta es nuestra iglesia invisible.” Yo me reí entre dientes por el hecho que mi marido y yo habíamos venido aquí para pastorear una iglesia invisible.

Un día cuando pasé por el centro comercial cercano, noté un grupo de señoras que practicaban aerobismo. Esta clase de aerobismo ocupaba todo el tercer piso del centro comercial. Vestidas en sus equipos apretados, vívidos, atléticos, casi parecía como una muestra de moda. Pero Dios me habló, y me di cuenta de que ésta podría ser la oportunidad por que habíamos estado esperando.

Decidí unirme a este grupo de ejercicios — a pesar de mi propia insuficiencia y debilidad. Ese primer día, me sentía tan torpe cuando me puse mi equipo de aerobismo. “¿Cómo se supone que debo actuar?” Yo era consciente que no me vestía exactamente como una de ellas. Pero día tras día yo realizaba mis ejerccios fielmente con estas mujeres argentinas. Me sentía como que Dios me estaba sonriendo. Simplemente sabía armaría todos. Dios me mostró que yo tenía que hacer ejercicios, esperando que Él obrara lo demás. Descubrí que la clave era “la expectativa.”

Finalmente llegó la apertura. Nuestros hijos de la escuela secundaria vinieron a casa desde Quito, Ecuador, para pasar las fiestas con nosotros. Mi hija, Laura, se unió a la clase de aerobismo. No acostumbrada a los movimientos de aerobismo, las otras chicas le caminaron por arriba a Laura. Dios usó esto para abrir las puertas. Cuando la clase aerobismo terminó, Laura empezó a hablar con una chica llamada Graciela. “Éste es el día por que yo he estado esperando,” pensé. Llena de una nueva intrepidez, me acerqué a otra mujer de nombre “Maggie.” Cuando empecé a conversar con Maggie, de repente estábamos hablando con cuatro mujeres más – las amigas de Maggie. Estas mujeres decidieron quedarse para el café y cuando empecé a despedirme, escuché las palabras que había esperado por tanto tiempo: “¿Por qué no se queda con nosotras para el café?” Después de semanas de expectativa, esperando y orando por nuestra iglesia invisible, la oportunidad llegó finalmente. Ese día mientras bebimos a sorbos nuestro café, comenzó a desarrollarse un vínculo. De hecho, disfrutamos tanto nuestro tiempo que todas decidimos reunirnos para el café la siguiente semana. Ese día salí “flotando en el aire.”

La segundo vez que nos encontramos para el café alguien dijo: “¿No sería maravilloso si alguien pudiera filmarnos?” “Nosotros tenemos una cámara de video,” yo interrumpí. Yo supe que ésta era una oportunidad dada por Dios que no podía dejar pasar. Al otro día, mi marido, Dan, vino al centro comercial para filmarnos mientras nosotras estábamos haciendo ejercicicos. Todas querían ver el video, así que las invitamos para que vinieran a nuestro apartamento para mirarlo.

Después de mirar el video y disfrutar de unos refrescos, una de las chicas dijo: “Podemos tener más fiestas como esta.” Todas estábamos de acuerdo. “Queremos que nuestros maridos lleguen a conocer a todos”, dijo otra. Invitamos a los maridos a la próxima reunión social. Estas reuniones sociales tuvieron tanto éxito que las metas empezaron a “buscar razones” para reunirse.

En cierta ocasión, estábamos celebrando el cumpleaños de Teresa. Después de beber el café ellas dieron vuelta volvieron sus tazas de café: “¿Qué están haciendo?” yo me pregunté. Entonces Mónica dijo, “Melody no cree en esto.” Ellos me explicaron a mí que cuando ellas dan vuelta las tazas de café, ellas leen el futuro de sus vidas por la borra que queda. Yo les dije: “Sí, tienen razón, yo no creo en esto. Yo creo que Dios gobierna mi vida y que no necesito una taza de café para predecir mi futuro porque mi futuro está en las manos de Dios.” Entonces ellas empezaron a hacer preguntas acerca de los adivinadores de fortuna, brujos, y la lectura de la mano. “Mi autoridad para todo esto es la Palabra de Dios, la Biblia,” yo dije. “Hay un versículo en Deuteronomio capítulo 18 que dice que Dios aborrece todas estas cosas.” Todos escuchaban atentamente mientras compartía la Palabra de Dios.

Después, una de mis amigas, Maggie, preguntó si ella podría venir a mi casa para escribir una carta para una entrevista del trabajo. Cuando le ayudé a escribir su carta, ella dijo: “Sobre esa conversación ayer, yo quiero saber si ese versículo realmente está en la Biblia.” Así que conseguí mi Biblia, se lo mostré, y ella quedó asombrada.

Yo le hablé sobre el plan de Dios para la salvación, y ella me agradeció atentamente que hubiera hablado con ella sobre Dios. Después supe que ella fue a su casa esa tarde y oró para recibir a Jesucristo en su corazón. “Gracias, Dios,” yo dije, “Tú puedes usar las supercherías del diablos incluso para Tu gloria.” Maggie fue nuestra primera convertida. Yo empecé a leer la Biblia con ella todas las semanas. Además de reunirnos semanalmente con Maggie, ofrecimos dar una clase de inglés para nuestras amigas de aerobismo. Entonces Dios nos dio a Dan y a mí otra idea: “¿Por qué no convertir la clase de inglés en un estudio bíblico?” Cuando compartimos esta idea con el resto de las señoras, ellas prontamente estaban de acuerdo. Así nació nuestro primer grupo celular en el hogar.

Durante estas reuniones, Dan lee un pasaje de Escritura y juntos buscamos su significado. Los grupos han fluctuado durante el último año de 4 a 12, con tres maridos que han asistido en varias oportunidades. La participación y las preguntas sinceras nunca dejan de asombrarnos.

Estas mujeres son ahora como una familia para mí — de hecho, más que la familia. Ellas no hablan sobre su familia tanto como hablan sobre nuestro grupo. Yo estoy con una o más de estas mujeres casi todos los días. Tomamos café todos los martes o jueves (después de practicar aerobismo), y yo raramente falto a una reunión. Dan y yo hemos orado con sus familias, les hemos dado consejos, y hemos estado en todas sus casas.

Algunas han orado para recibir a Cristo y uno de los miembros de su familia fue bautizada. Es verdad, la obra es más difícil entre los hombres, y estamos pidiéndole a Dios que obre en ellos. Pero mientras miro hacia atrás a esos primeros días y los miedos que experimentamos, puedo decir con total confianza, “Dios ha sido fiel.” Él ha abierto tantas puertas. Y aunque nuestra iglesia celular todavía es principalmente “invisible” creemos que Él seguirá trabajando hasta que una iglesia celular vibrante se establezca entre estas personas necesitadas.