Refrescando el Por Qué: La transparencia que conduce al discipulado


Por Joel Comiskey, Hacer discípulos en la iglesia del siglo XXI 

Asistir a la iglesia los domingos es una tradición para muchas personas. Ellos “van” a la iglesia el domingo, pero permanecen emocionalmente disfuncionales. Alabo a Dios porque escuchan la Palabra de Dios, pero a menudo no la aplican en un grupo pequeño de creyentes. Pueden involucrarse en programas y actividades, pero con el tiempo, el dolor emocional y la disfuncionalidad comienzan a aparecer. Esconderse se remonta al Jardín del Edén cuando Adán se escondió de Dios, desde entonces las cosas no ha cambiado mucho desde entonces. 

En el pequeño grupo de los doce, Cristo esperaba que sus discípulos resolvieran sus diferencias. A medida que superaban sus conflictos personales, el mundo se daba cuenta de que Cristo estaba realmente entre ellos y de que la Trinidad actuaba en medio de ellos. Cristo quería que sus discípulos se enfrentaran a sus problemas y no huyeran de ellos. 

Dietrich Bonhoeffer descubrió lo mismo cuando decidió regresar a Alemania desde su cómoda situación en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Sabía que no podría vivir consigo mismo si abandonaba a sus hermanos en su tiempo de prueba. Decidió sufrir con sus hermanos alemanes y escribió el libro El costo del discipulado. En este libro, Bonhoeffer diferencia la “gracia barata” de la verdadera gracia que actúa a través del conflicto y ayuda a las personas a cambiar interiormente mediante el poder de Dios. 

Jesús moldeó a sus doce discípulos en la intimidad del ambiente doméstico y envió a esos mismos discípulos a las casas después de la venida del Espíritu en Pentecostés. En Hechos, se utilizan otros términos para “discípulos”, como “hermanos/hermanas”, “cristianos”, “santos”, etc. ¿A qué se debe este cambio? En parte porque la formación de discípulos en el Nuevo Testamento se realiza a través de la iglesia. Dios ha llamado a la iglesia a formar discípulos en esta era presente. 

No “vamos” a la iglesia para convertirnos en discípulos. El discipulado no ocurre sentándose, estrechando algunas manos o uniéndose a un programa de la iglesia. Jesús nos llama al discipulado en comunidad cuando compartimos un compromiso mutuo. En lugar de huir del conflicto, permitamos que el Espíritu Santo nos haga discípulos más fuertes mientras interactuamos unos con otros en comunidad.