Dios Empieza con los Jóvenes

por Joel Comiskey, Jóvenes en el Ministerio Celular

Los nombres de Moisés, Josué, Abraham, José, Rut y David son muy conocidos tanto para judíos como para cristianos. Los púlpitos de todo el mundo proclaman a estos hombres y mujeres de Dios que se encuentran en las páginas del Antiguo y Nuevo Testamento. Sus nombres también aparecen en innumerables historias bíblicas en las escuelas dominicales, lecciones bíblicas para adultos e incluso en los medios seculares. Los llamamos héroes de la fe. Ellos alimentan nuestra imaginación de lo que Dios puede hacer y nos desafían a ser como ellos.

José, era un “joven de diecisiete años” cuando Dios lo interrumpió cuando dormía con unos sueños increíbles (Génesis 37: 5). Dios eventualmente usó a José para salvar al mundo del hambre y libertar a su familia, que era del linaje de Cristo, para tener prosperidad en Egipto. José escuchó a Dios y permaneció fiel durante los veintidós años que tardó el cumplimiento de esos sueños y la salvación de muchas vidas.

Josué fue la ayuda de Moisés desde “su juventud” (Números 11:28). Cuando Moisés intercedía con Dios en la tienda de reunión fuera del campamento, Josué lo acompañaba. Después de que Moisés recibió el mensaje para entregarlo al pueblo, “su joven ayudante Josué hijo de Nun no salió de la tienda” (Éxodo 33:11). El fuerte liderazgo de Josué se desarrolló a través de los muchos años en que Moisés fue su mentor. La influencia de Josué se puede ver por el hecho de que Israel siguió viviendo para Dios después de su muerte: “Durante toda la vida de Josué, el pueblo de Israel había servido al Señor. Así sucedió también durante el tiempo en que estuvieron al frente de Israel los jefes que habían compartido el liderazgo con Josué y que sabían todo lo que el Señor había hecho a favor de su pueblo”. (Josué 24:31).

Samuel es otro excelente ejemplo del llamado de Dios a los jóvenes. Leemos que el “muchacho Samuel ministró delante de Jehová bajo el cuidado de Elí” (1 Samuel 3: 1). Primero escuchó la voz de Dios y el llamado como un niño. Cuando Samuel estaba “viejo y lleno de canas”, testificó que desde el tiempo de su juventud había sido un líder para el pueblo de Israel (1 Samuel 12: 2).

Rut aún era una mujer joven cuando enviudó y siguió a Noemí hacia Belén (Rut 1).

David era un simple muchacho cuando derrotó a Goliat y atrajo la atención del rey. El desarrollo del carácter de David y las hazañas de la fe comenzaron cuando él era un niño pastor, cuidando de las ovejas (1 Samuel 17).

Josías fue rey a la edad de ocho años, y cuando él estaba en su adolescencia, Dios lo usó para traer una nación rebelde a Dios (2 Reyes 22: 1).

Daniel y sus amigos eran probablemente adolescentes cuando fueron conducidos a través del Creciente Fértil al cautiverio. Podemos imaginarlos como jóvenes, posiblemente a finales de su adolescencia, mientras testificaron de Yahweh e interpretaron los sueños del rey (Daniel 1-5).

Salomón dice en Eclesiastés 11: 9, “Sé feliz, jovencito, mientras eres joven, y que tu corazón te dé gozo en los días de tu juventud”. Salomón concluye en Eclesiastés 11: 9-12: 1 que el objetivo principal de la vida es “recordar” a Dios mientras eres joven y todavía puedes determinar el curso de tu vida. Muchos adultos se han enredado en los asuntos del mundo, perdiendo la paz y la alegría de seguir a Dios de todo corazón y viviendo de acuerdo con su verdad.

María, la madre de Jesús, era una jovencita cuando el ángel se le apareció con noticias sin precedentes de su embarazo sobrenatural (Lucas 1: 26-38).

Algunos consideran que Jesús dirigió el primer “grupo juvenil”, y se cree que los doce discípulos de Cristo probablemente tenían menos de dieciocho años. La elección de los doce que hizo Cristo da un nuevo significado al ministerio juvenil y la motivación para discipular a los jóvenes.

El apóstol Pablo comenzó a trabajar con Timoteo cuando tenía aproximadamente dieciséis años. Pablo discipuló a Timoteo y lo preparó para convertirse en pastor de Éfeso, una iglesia muy importante. Exhortó a su joven discípulo: “Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza.” (1 Timoteo 4:12). Entonces le dijo a Timoteo: “ Lo que me has oído decir en presencia de muchos testigos, encomiéndalo a creyentes dignos de confianza, que a su vez estén capacitados para enseñar a otros” (2 Timoteo 2: 2).