Por Joel Comiskey, Células Exitosas
Jesús se preocupa. Él cuida tanto del cuerpo como del alma.
Leemos: “Aquella tarde, después de la puesta del sol, la gente llevó a Jesús a todos los enfermos y endemoniados. Todo el pueblo se reunió a la puerta, y Jesús curó a muchos que tenían diversas enfermedades. También expulsó a muchos demonios, pero no dejaba hablar a los demonios porque sabían quién era” (Marcos 1,32-33). Jesús curó, expulsó a los demonios y alimentó a la gente. Se ocupó de sus necesidades.
Hace poco impartí un curso en la Universidad Wesleyana de Indiana, llamado La Iglesia Misionera. Nuestro libro de texto era Mercy Ministries (Ministerio de Misericordia) de Timothy Keller. Keller, un evangélico conservador, expone claramente el mandato bíblico de atender las necesidades físicas y predicar el Evangelio, ambas son importantes. Los alumnos identificaron las principales necesidades en torno a su iglesia local (físicas, mentales y sociales) y luego determinaron cómo satisfacerlas. Las iglesias celulares pueden alcanzar a las personas a través de las células y no sólo a través de programas aprobados por la iglesia.
Cuando estudié por primera vez la Iglesia Elim en 1996, el pastor de distrito a cargo de mi visita me dijo que Elim enfatizaba dos principios evangelísticos: 1. Oración 2. Encontrar una necesidad y satisfacerla. Cuando más tarde escribí el libro sobre Elim, Pasión y Persistencia, destaqué numerosos testimonios de cómo los grupos celulares de Elim se centraron primero en atender las necesidades físicas. Elim siguió el consejo de David Cho: “Yo les digo a mis líderes celulares: No le hables a la gente de Jesucristo inmediatamente cuando los conozcas. Primero, visítenlos y conviértanse en sus amigos, suplan sus necesidades y ámenlos”.
Sabemos que la gente sólo se salvará si oye y cree el Evangelio de Jesucristo. Al mismo tiempo, debemos seguir el ejemplo de Cristo de ministrar a las necesidades físicas de las personas.