Decir “sí” a hacer discípulos mediante el ministerio celular

Por Joel Comiskey, Haciendo Discípulos en el Siglo 21

Cuando Jesús comenzó su ministerio, lo hizo muy simple y claro: hacer discípulos. Mientras que los romanos y los líderes judíos no entendían lo que Jesús estaba tratando de hacer, él tenía una fórmula clara y un plan para cambiar el mundo a través de hacer discípulos.

La orden que dio a su grupo de discípulos fue que siguieran haciendo discípulos en todo el mundo. Lo hicieron en pequeñas iglesias domésticas, que se reunían y celebraban siempre que era posible. Viajaron por todo el mundo conocido, poniendo en práctica este sencillo proceso de discipulado. Ni siquiera la feroz persecución pudo acabar con ellos. Y la estrategia que Jesús promovió es la misma que impulsa a la Iglesia hoy en día.

El ministerio de la iglesia celular es simple, siguiendo el modelo de Jesucristo. Muchas personas complican demasiado el ministerio de la iglesia celular, pero sólo implica cuatro elementos que se centran en hacer discípulos:

-Célula
-Celebración
-Equipamiento
-Acompañamiento 

Todas las iglesias celulares destacan estos cuatro elementos esenciales. Y estos cuatro elementos se aplican tanto a jóvenes y niños como a adultos. Debemos decir un sí sincero a hacer discípulos que hagan discípulos a través del ministerio celular. Sí a la participación celular, a la asistencia consistente a la celebración dominical, a completar (o enseñar) el equipamiento y acompañamiento regular.

Y me permito añadir que una iglesia local nunca puede tener suficiente oración y misiones. Considero que la oración y las misiones son el oxígeno de la Iglesia local. Las iglesias nunca pueden tener suficiente oración y misiones y necesitan estos elementos para respirar correctamente. 

Jesús está pidiendo a su Iglesia que sea muy proactiva en hacer discípulos que hagan discípulos, y debido a esto, debemos asegurarnos de que nuestro enfoque es preciso. 

Hechos 2:46-47 dice: “Todos los días se reunían en los patios del templo. Partían el pan en sus casas y comían juntos con alegría y sinceridad de corazón, alabando a Dios y gozando del favor de todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a su número los que se iban salvando”.

Pablo dijo: “Sabéis que no he dudado en predicaros nada que os fuera útil, sino que os he enseñado públicamente y de casa en casa” (Hechos 20:20).

Digamos sí a hacer discípulos a través del ministerio de casa en casa.